La Inflación: Lección mal aprendida

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En todo el mundo se está sufriendo el cáncer de la inflación, o sea “la tasa de crecimiento del nivel promedio de los precios”, mejor conocida como “carestía”, que consume y deteriora el poder adquisitivo del salario en forma insidiosa, sin que la gente se percate hasta que ya es muy evidente.

Las instituciones encargadas de vigilar y controlar el aumento de los precios son, principalmente los bancos centrales y los gobiernos en general, utilizando instrumentos como las tasas de interés, para regular el costo del dinero y con ello estimular o detener el crecimiento de la oferta de dinero; se utiliza también la inversión pública y el control de precios, los subsidios fiscales, entre otros. En términos generales, se puede decir que “la inflación es causada por el crecimiento de la oferta de dinero” (Columna de Everardo Elizondo en Reforma).

Con motivo del impacto que tuvo en la economía mundial la pandemia del Covid 19, los bancos centrales como la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), los Bancos de Japón, Alemania y Reino Unido, decidieron bajar las tasas de interés a cero y en algunos países, a menos de cero, buscando bajar el costo del dinero, pero además se tomó la decisión, principalmente por la FED, de inyectar fabulosas cantidades de dinero a la economía norteamericana y con ello también a las economías del mundo, para estimular la inversión pública y privada, aumentar el empleo y los salarios; los gobiernos por su parte, subsidiando a las personas desempleadas y empresas con problemas de subsistencia. Sin embargo, como se dice en México, se les pasó la mano y hubo tanto dinero en las economías y por ende tanta demanda inmediata frente a una oferta de productos muy lenta e insuficiente, que provocó el aumento de los precios a niveles no vistos desde hace muchos años. La lección no aprendida es que habiendo más dinero para comprar que productos para vender, éstos suben de precio, quiérase o no.

Se olvida también que a mayor cantidad de dinero en las manos del consumidor, este lo gasta casi de inmediato, mientras que el incremento del circulante en las empresas productoras, la oferta, el proceso de fabricación es lento y no siempre de lo que más se necesita. Es responsabilidad de los organismos financieros gubernamentales buscar siempre un equilibrio razonable entre demanda y oferta, entre consumo y producción, lo cual no es fácil, pero esa es función de la FED y de Banxico, en nuestro caso.

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En estos meses, la FED y Banxico, buscando controlar la inflación que está ya en 7.9% en E.U.A. y 7.5% en México, están incrementando las tasas de interés de referencia para aumentar el costo del dinero, además de que se están disminuyendo las estratosféricas cantidades de efectivo que se está inyectando a la economía, de modo que, tanto los gobiernos como los consumidores tengan menos dinero para gastar y bajar así la demanda, pero el aumento de la oferta no se logra de inmediato, pues la producción apenas se está reponiendo de los problemas causados por la pandemia, como ausentismo, enfermedades, trabajo a distancia poco efectivo y cierre de empresas.

En México, el problema fue otro; Banxico no tenía dinero para inyectar a la economía, pero el gobierno sí lo tenía, en las diferentes reservas petroleras, fideicomisos y otros ahorros que sí se inyectaron a la economía nacional, pero principalmente en programas sociales, subsidios y gasto público, con lo cual se logró un incremento inmediato en el consumo de alimentos, “comodities” del hogar, vacaciones y medicinas, etc., y todo ello sin un plan para aumentar la producción de artículos de consumo inmediato y de media duración, pues en ningún momento se subsidió o se estimuló o se financió a las pequeñas y medianas empresas que son las principales productoras de artículos de consumo. Con la pandemia, la inversión privada se desplomó, se cerraron miles de empresas, se bajó la productividad y la inversión pública se fue a dos o tres proyectos que no solo no ayudaron a bajar la carestía sino que la incrementaron.

Para el crecimiento de una economía el consumo no lo es todo, pues aunque se tenga dinero en la mano, si no hay qué comprar, lo poco que haya tendría que subir de precio y así, todo el dinero repartido en programas sociales y los incrementos salariales, se vuelven humo con la inflación.

Un error más de este gobierno, pero todavía hay más qué comentar de estas lecciones no bien aprendidas.


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