La 4T y el afán de perpetuidad

0
511

El presidente López Obrador celebró el pasado miércoles su arribo a la mitad del camino (en rigor fue un poco más de la mitad, porque en virtud de la reforma constitucional de 2014 AMLO no fue electo por un sexenio sino por cinco años y diez meses, hasta el 30 de septiembre de 2024). El hito ha sido asumido por él y los suyos como el inicio de la recta final de la sucesión y el banderazo para asegurar la prevalencia de la 4T.

A lograr la irreversibilidad de un proyecto ayuda tener una heredera incondicional. Ayuda pero no basta, porque el poder embruja: sobran ejemplos de mandatarios que rompieron con sus predecesores después de haberles jurado lealtad eterna. Quizá por eso —y porque, aunque hoy parezca improbable, es posible que en 2024 gane la oposición— AMLO está empeñado en maximizar el costo político de cualquier tentativa de revertir sus decisiones. Confía en que mucha gente repudiará a quien lo sustituya si modifica sus programas sociales e incluso si rehabilita Los Pinos como residencia oficial o usa un avión de la Fuerza Aérea para sus viajes oficiales o matiza la pobreza franciscana en la administración pública, por mencionar tres temas emblemáticos. Aprieta el paso en la construcción de sus obras -con el “decretazo” como confesión de que se calendarizaron precipitadamente-, desmantela el aeropuerto de Texcoco, vela armas para la aprobación de su reforma eléctrica, todo en aras del fait accompli. Descansa donde ve consolidada su misión, como en el caso de las Fuerzas Armadas: habrá que ver quién es el valiente que se atreve a acotar su protagonismo y a reducir el cuantioso presupuesto que les ha dado.

Si antes casi todas las decisiones de AMLO procuraban la continuidad de la 4T en 2024, ahora todas apuntan a la perpetuación de la 4T mucho más allá de 2024. El blindaje está concebido para resistir desde el eventual ánimo correctivo de una correligionaria hasta el embate de un opositor que quiera desmantelarlo todo. Y si los amarres en la Constitución no fueran suficientes, si la impronta de la pedagogía mañanera en la opinión pública empezara a desdibujarse, arreciaría la tentación del movilizar al núcleo duro. El canto de las sirenas le insinuará que, si antes construyó una mayoría que le permitió gobernar, ahora puede construir una minoría que no permita a otros gobernar. A menos, claro, que obtengan su aquiescencia.

Con todo, el designio de AMLO de perpetuar la 4T es contingente, como se verá cuando fracase su intento de capturar de las universidades. No veo cómo pueda lograr que una UNAM radicalizada favorezca la hegemonía de su credo en vez de una reedición del marxismo o el apoyo al EZLN, por ejemplo, cuyo primer planteamiento sería descalificar al obradorismo por derechista. Y si porfía en su afán de colonizar al CIDE va a atizar una rebelión estudiantil contra el autoritarismo y por la autonomía. Supongo que AMLO seguirá siendo popular pero su proyecto, un revoltijo hecho a su imagen y semejanza, no perdurará sin él. Espero que se mantenga el rechazo a la corrupción y a la desigualdad —y temo que persista la inercia autoritaria— pero creo que lo demás se irá diluyendo. En la post racionalidad no son las ideas sino las emociones las que mueven a la gente. Y las emociones, no lo olvidemos, son veleidosas.

-Publicidad-

 

 


There is no ads to display, Please add some

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí