Iowa: punto de partida

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El proceso formal de sucesión presidencial en Estados Unidos ha comenzado con las reuniones electorales, los llamados caucus, en Iowa.

Con ellos arranca un proceso que va mas allá de la elección de dos simples candidatos en los partidos Demócrata y Republicano. El método de selección define además de los liderazgos políticos, la tendencia en  los criterios centrales de política pública que habrán de ser impulsados desde la Casa Blanca pero, sobre todo, sancionados por el Capitolio conforme a las expectativas de los electores. El tono de la agenda política derivada de este ejercicio democrático notoriamente será de gran relevancia para México en, al menos hasta ahora, seguridad y migración.

Dos elementos centrales del sistema electoral estadunidense en el periodo de definición de candidaturas partidistas son las elecciones escalonadas y la forma de votación. La combinación de ambas reglas da oportunidad a los candidatos de ir ajustando su posicionamiento político, frente a las demandas ciudadanas para ganar creciente respaldo electoral.

Iowa es importante porque es la primera aduana donde aspirantes miden en los hechos su aceptación frente al votante, tras varios meses de retórica y debate público, sea para generar momentum de cara a las siguientes citas electorales, o bien para recomponer la estrategia y guardar la esperanza de ganar terreno al puntero para, eventualmente, disputarle la candidatura republicana o demócrata.

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Sin duda es cuestionable del sistema electoral que el ciudadano común esté impedido de votar directamente por el candidato de su preferencia e inclusive, en etapa posterior, por el propio presidente de EU. Recordemos, el sistema está basado en primarias y caucus, las cuales bajo métodos distintos tienen como fin seleccionar a un número determinado de delegados estatales que, en el marco de una convención nacional, designan al candidato del partido. Sin embargo, el modelo facilita identificar las exigencias del ciudadano y la rendición de cuentas en lo local, dado que el éxito en las aspiraciones políticas depende en gran medida tanto de líderes comunitarios como de ciudadanos movilizados por su afinidad ideológica, identificación partidista o simpatía con los atributos de los aspirantes. De ahí nace justamente el estrecho vínculo entre la agenda política y la expectativa ciudadana que finalmente es ejercida desde el Congreso de Estados Unidos.

Al cierre de la edición de Excélsior los primeros datos de la jornada en Iowa son consistentes tanto con los estudios de opinión publicados en distintos medios estadunidenses, como con las declaraciones por demás moderadas de los principales aspirantes respecto de una eventual victoria en la justa electoral en Iowa: los candidatos demócrata y republicano están ganando dentro del apretado margen de error de las encuestas, que hace esperar una contienda muy reñida en las semanas por venir. De mantenerse las tendencias a tercios del lado republicano entre Trump, Cruz y Rubio, mientras por el demócrata entre Clinton y Sanders.

A los ciudadanos estadunidenses corresponde elegir a su presidente, pero los mexicanos debemos celebrar que los precandidatos más cercanos al entendimiento de nuestros términos de relación con los Estados Unidos, encuentren en Iowa una posición competitiva de arranque para aspirar al principal cargo de responsabilidad en la Casa Blanca. Señal del electorado que, si bien tampoco garantizan decisiones excepcionales para la relación bilateral en el Capitolio, sí comienza a desterrar una posible ruta de política exterior basada en la ocurrencia, la xenofobia, la industria armamentista y los muros fronterizos entre ambas naciones. Durante la campaña presidencial esperemos ver un debate serio sobre el papel que jugará Estados Unidos en la inclusión regional, mas no un intercambio de ideas marcado por el deslinde respecto de la marcada ignorancia del magnate neoyorquino.


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