Informe sobre la tortura de la CIA expone pugnas privadas

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La demócrata Dianne Feinstein

La demócrata Dianne Feinstein. (Gary Cameron/Reuters)

Los roces, críticas y recriminaciones entre John Brennan y la senadora que encabezó las investigaciones sobre acciones de la agencia van más allá de sus puestos y de la coyuntura.

Sus disputas sobre quién espió a quién y acerca de la censura al informe del Senado sobre crueles torturas son historia, pero la riña personal entre la senadora Dianne Feinstein y el director de la CIA, John Brennan, solo puede empeorar.

Las relaciones entre la presidenta saliente de la comisión de Inteligencia del Senado y el jefe del espionaje estadunidense parecieron alcanzar un nuevo mínimo el jueves pasado, cuando Feinstein tuiteó mensajes contradiciendo a Brennan mientras este se enfrentaba públicamente a las acusaciones de malas prácticas en la CIA realizadas por su comisión. Aunque más tarde Feinstein elogió al jefe de la agencia por aceptar muchas de las conclusiones de su investigación, el daño ya estaba hecho.

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"#ReadTheReport" (#LeeElInforme) fue la etiqueta empleada por Feinstein mientras Brennan concedía una inusual conferencia de prensa en el cuartel general de la CIA en Langley, Virginia. La senadora regañó al jefe de la CIA por sugerir, en contra de su informe, que las "técnicas de interrogatorio mejoradas" de la agencia eran legales y que podrían haber ayudado a lograr la muerte de Osama bin Laden.

Brennan reconoció que agentes de la CIA hicieron cosas "abominables" y que no estaban preparados para llevar a cabo un programa de detenciones tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, casi no reconoció la labor de Feinstein y sus compañeros demócratas, calificando de "lamentable" que no se entrevistase a ningún miembro del personal de la CIA para preguntar: "¿Qué estabas pensando?". Afirmó, además, que la investigación era "defectuosa".

En otra disputa hace nueve meses, Feinstein compareció ante el pleno del Senado para acusar a la CIA de interferir con su investigación y de tratar de intimidar a los miembros de la comisión remitiéndolos al Departamento de Justicia. La senadora de California sugirió que se estaban violando leyes penales y a la Constitución.

Brennan contraatacó negando que su personal espiara a los investigadores del Senado e indicando que podrían haber cometido un delito por acceder de forma inadecuada a documentos confidenciales de la CIA. A esto le siguieron meses de agrios estira y afloja.

Feinstein pareció llevarse la victoria cuando el Departamento de Justicia se negó a inicial una investigación penal. Una revisión interna de la CIA culpó luego a cinco empleados de la agencia por acceder ilegalmente a computadoras y correos electrónicos de la comisión de inteligencia. Brennan se disculpó ante Feinstein y sus compañeros.

Sin embargo, la disputa no fue más allá. Los demócratas que querían que Brennan fuese amonestado o incluso destituido se toparon con la Casa Blanca, que se mantuvo del lado de uno de los colaboradores más próximos del presidente Barack Obama.

Y la CIA fue notablemente mejor en una recurrente batalla sobre qué dejar en negro en el informe ejecutivo de 500 páginas sobre las torturas y sus conclusiones. La petición de Feinstein para que Obama interviniese cayó en saco roto.

La mala relación Feinstein-Brennan quedó a la vista de todos el jueves.

Después de que Brennan relacionase a los detenidos sometidos a duros interrogatorios con la obtención de información utilizada en la operación para dar con Bin Laden, Feinstein dijo que su informe demostró de forma definitiva que las tácticas de ahogamiento y similares no proporcionaron tal ayuda.

Cuando Brenan dijo que era irrelevante si los duros interrogatorios fueron los responsables de la obtención de inteligencia valiosa, ella escribió: "La CIA tenía información antes de las torturas".

Entre sus decenas de tuits también había una pregunta a Brennan sobre cubetas y otros materiales en un lugar donde las técnicas de ahogamiento —sumergir la cabeza del sospechoso en agua— nunca sucedieron oficialmente. Cuando un periodista le preguntó al respecto en la rueda de prensa, Brennan dijo que no estaba al tanto de ninguna práctica de este tipo no declarada.

Al final del día, Feinstein adoptó un tono más conciliador diciendo en un comunicado que las declaraciones de Brennan "no eran lo que esperaba" (pero) "mostraron que la dirección de la CIA está preparada para evitar que esto vuelva a suceder —que es lo más importante".


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