La semana pasada comenté en este mismo espacio en relación a la elección de la Asamblea Constituyente de la CDMX, que en general, la gente no tenía suficiente información sobre este proceso, que había desinterés en ir a votar y que distintos sondeos demostraban que sería muy baja la participación. El Instituto Nacional Electoral (INE) hizo públicas encuestas con resultados muy preocupantes del orden de 20% de votación de los electores inscritos en la Lista Nominal (los electores inscritos en el Padrón Electoral con su Credencial para Votar actualizada). Al momento de enviar esta colaboración a la redacción de Metrópoli, desconozco los resultados de la votación y realmente espero que la ciudadanía se haya decidido por ejercer su derecho y obligación de ir a votar.
Es una elección histórica, totalmente distinta a cualquier otra y de muy alto impacto para el futuro de los capitalinos y de nuestra Ciudad porque estamos hablando de aprobar una nueva Constitución. Por lo mismo, el INE debió haber establecido ideas más inteligentes de comunicación directa y de información a los ciudadanos como por ejemplo, enviar una carta a los electores explicando el proceso en su conjunto; diseñar mejores mensajes en los medios y también permitir otra distribución de horarios y espacios de los tiempos obligatorios para los partidos políticos. El hecho es que el INE no hizo la tarea y no se logró una mayor motivación para esta importante elección.
En la calle, entregando propaganda a los transeúntes, casa por casa visitando a los vecinos, en distintos foros y mesas de debate, me quedó claro que en general la gente no tenía la menor idea de lo que se trataba. No se conocía el alcance de la reforma política aprobada por el Congreso de la Unión, ni lo que es la Asamblea Constituyente ni como se iba a integrar; casi nadie sabía que eran 100 diputados, 40 designados y 60 votados por lista de partidos políticos y que en esta ocasión participarían 21 candidatos independientes. Tampoco se conocía la forma de votar para los independientes ni como sería la boleta que tendrían en sus manos el domingo.
Algunos consejeros del INE argumentaban que no tuvieron los recursos suficientes ni el tiempo de organización necesario para la elección, pero en todo caso, su obligación era presionar a la Secretaría de Hacienda y a Gobernación para resolver ese asunto. No sabemos si se hicieron las gestiones pero evidentemente no se hicieron los cambios para corregir la poca información sobre esta elección. Lamentablemente las consecuencias pueden ser muy graves sobre todo —ojalá y me equivoque—, si la participación es muy baja.
Pero hay un tema mucho más preocupante al que muy pocos le han puesto atención, que se refiere a la inconsistencia del padrón de electores de la CDMX, tema central en cualquier elección que por lo visto, al INE tampoco le interesó. Los expertos en la revisión y depuración del padrón electoral, saben que la consistencia de un padrón requiere un proceso continuo de verificación sobre todo, en lo que concierne a cambios de domicilio que en México se da en un índice muy elevado.
El número total de electores en la Lista Nominal de la CDMX publicado por el INE para esta elección, resulta inverosímil. Según el INE, son 7 millones 481 mil 591 de electores en una población de 8 millones 918 mil 653, lo cual representa 83.89% de la población total.
Esto es materialmente imposible de acuerdo al perfil de edades en la pirámide poblacional, tanto en la CDMX como a nivel nacional. Siempre hay una relación más o menos constante entre población del Censo y Lista Nominal, pero en este caso el resultado es absolutamente inconsistente veamos: el dato del Censo Nacional (intercensal 2015) es de 119 millones 630 mil 753 habitantes y la Lista Nominal nacional es de 82 millones 856 mil 113 electores, que equivale a 69.2%.
Este dato revela una grave inconsistencia del padrón y la Lista Nominal de la CDMX, ya que estamos hablando de una diferencia de 14.69 puntos por arriba de la media nacional. Considero que no se puede justificar bajo ninguna circunstancia una diferencia de tal magnitud. La hipótesis más probable puede ser la continua migración de electores de los municipios conurbados del Estado de México y otras entidades a la CDMX, con el único objeto de obtener la credencial para votar y con ese trámite, tener acceso a una serie de programas clientelares de los gobiernos de la Ciudad.
Algunos partidos movilizan su voto duro con base en programas populistas de este tipo; si además la votación es muy baja como se prevé y cercana a la inconsistencia de electores en lista nominal ya mencionada, entonces significaría una bajísima participación ciudadana. Si a todo esto le sumamos que sólo 60% de los diputados constituyentes serán electos, entonces el resultado final correspondería a un proceso carente de representatividad y legitimidad.
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