Entre las prioridades a las que una sociedad tiene derecho, sin duda que está el de la salud. El artículo 4 de la Constitución Política de nuestro país lo establece con toda puntualidad: “Toda persona tiene derecho a la protección de la salud… La Ley definirá un sistema de salud para el bienestar, con el fin de garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las personas que no cuenten con seguridad social”.
Hoy día la salud se ha convertido en la preocupación número uno del grueso de los mexicanos, a partir del segundo trimestre del 2020, se ubicó por encima de otro gran flagelo que es la inseguridad. La pandemia del COVID-19 dejó al descubierto las deficiencias del gobierno lopezobradorista. Su negativa reiterada a implementar medidas preventivas ante una enfermedad altamente contagiosa nos ubica entre los países más castigados por ella. Se aferró a no destinar presupuesto para pruebas masivas para la detección del mal, de tal suerte que personas asintomáticas se convirtieron en focos ambulantes de su dispersión. Hemos visto personas morir por falta de intervención médica a tiempo. Y si a esto le suma sus erráticas decisiones, como la cancelación de medicamento y tratamientos para los niños con cáncer, más el VIH y el desabasto en general de medicinas, el panorama se vuelve desolador. Ah… y lanzar a los médicos a atender a las víctimas del COVID sin las protecciones indispensables, acusa una ausencia de sensibilidad estremecedora. Por otro lado, haber desaparecido el Seguro Popular por un organismo centralizador, burocrático, como el INSABI, más concentrar la compra de medicamentos a proveedores por adjudicación directa, sin importarle un comino entidades federativas y municipios, es desolador. ¿En qué cabeza cabe?
Luego legalizan el consumo de la marihuana, como si eso resolviera la criminalidad asociada a la planta. Ponen en riesgo la salud y la seguridad de los niños y jóvenes de este país y sin duda a la población en general. No tenemos infraestructura para lidiar con los efectos de un consumo masivo, como ocurre, verbi gratia, en países como Holanda, donde van recogiendo a quienes se pasan de intoxicación y les proporcionan auxilio hospitalario gratis.
Volvamos ahora la atención a la barbaridad que representa haber cancelado el programa de estancias infantiles, cuando resulta indispensable sobre todo para mujeres que son padre y madre en su familia, y que necesitan trabajar para llevar el sustento, porque no hay nadie más que lo haga… ¿que los cuiden los abuelos? Es un despropósito, por más que los amen sus abuelos, y saquen fuerzas de flaqueza para dar ese apoyo, los niños necesitan estar en un sitio en el que se inicie su desarrollo integral como seres humanos, sus habilidades, sus talentos, su proceso de socialización con otros niños. Tampoco tuvo empacho, vía su holgada mayoría en las cámaras, para desparecer los refugios para mujeres, niños y adolescentes víctimas de la violencia. Y va sobre las afores, ya se le metió en la cabeza que es al gobierno al que le corresponde el control de los ahorros de los mexicanos. Estamos frente a un gobierno estatizador, autoritario, centralista, que se estima investido de poderes plenipotenciarios para pasar incluso por encima del orden normativo. Esta semana, vía sus senadores morenos más los que compró y se vendieron, le extendieron dos años más a su periodo al frente del órgano de más jerarquía del Poder Judicial al Ministro presidente de la SCJN… ¿Ante quién van a impugnar los legisladores que no votaron a favor de esta aberración? Ya está al servicio del Poder Ejecutivo. La división de poderes ya no existe. Y va por el INE, va por el árbitro que organizó la elección en la que él resultó ganador. Si no frenamos el 6 de junio esta dictadura, vamos a condenar a millones de niños y jóvenes a vivir en la desolación de un régimen de terror. El contrapeso se pone en la Cámara de Diputados, con una mayoría que represente a los mexicanos, no al gobierno federal que preside Andrés Manuel López Obrador.
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