Hagamos patria

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Los seres humanos somos gregarios por naturaleza; hay lobos esteparios, pero no son el común.

Cuando recuerdo mi infancia, tengo vivas las imágenes de lo que era el entorno en el que crecí y el significado que tenía para quienes formábamos parte de esa comunidad en la que todo nos resultaba familiar. 

Los vecinos eran parte de nuestra familia, no teníamos solo a nuestros padres biológicos, sino muchos padres y madres, que en cualquier momento podían llamarnos la atención, entrar a la casa del de enfrente era exactamente lo mismo que entrar a la nuestra. Sabíamos el nombre del abarrotero, del plomero, del zapatero…; se jugaba en la calle, nuestras madres -al ponerse el sol- se juntaban a platicar o desde la casa de una y otra intercambiaban palabras; era muy común que se convidaran platitos del guiso del mediodía. Si alguien se enfermaba medio mundo se desvivía por ayudar. Los nacimientos y los decesos eran motivo de alegría o de tristeza, de TODO el vecindario.  

Cuando lo platico con jóvenes ponen cara de: “¿De qué está hablando?”. Y es que eso hoy día ya no existe, ni en las grandes, ni en las medianas, ni en las pequeñas comunidades. Nos hemos ido convirtiendo en ínsulas; somos expertos en levantar murallas, se nos olvidaron los puentes. 

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Hay un desapego inmenso de afectos y de consideración entre nosotros. Cada día aumentan las soledades interiores, las orfandades de espíritu, porque todo lo que constituye humanidad lo hemos ido dejando sabrá Dios en qué parte de nuestros olvidos. Nos hemos ido comiendo nuestra identidad, ya no es importante reconocernos, ni sentirnos, ni mirarnos, como lo que somos: HUMANOS.

Por eso la violencia, la delincuencia, la corrupción, la indiferencia, el valemadrismo, etcétera, etcétera, han ido apropiándose de hombres y de ciudades. Perdimos sentido de comunidad, de entendernos como parte de un todo que está vivo. Cuando a la embajadora de Finlandia en México, en un evento al que tuve la oportunidad de asistir, le preguntó uno de los asistentes que ¿cuál era el valor principal que desarrollaban en la escuela a los niños de su país? La respuesta fue SOLIDARIDAD. ¿Y en México? ¿Y en casa? ¿Qué se les enseña a los niños?
Tenemos que recuperar nuestro sentido de pertenencia. Tenemos que enseñarles a los niños y a los jóvenes a sentirse parte de su colectividad, porque al desarrollar identidad, nace el apego a, y entonces NOS IMPORTA, y lo que nos importa lo estimamos NUESTRO, y lo NUESTRO se cuida, se procura, se conserva, se defiende, se aprecia, se atesora.

En Brasil, en 2004 se presentó una innovadora iniciativa de política cultural como un programa estatal y su anclaje en la sociedad. Esta propuesta de abordaje se centró en la Cultura como eje principal para el desarrollo y la transformación social, y presentó una nueva forma de relación y articulación entre Estado y Sociedad para la gestión y el desarrollo de las comunidades, teniendo como sustento la autonomía, el protagonismo y el empoderamiento social. Lo más relevante es que se traduce en una serie de acciones concretas y sistematizadas, que tienen como base el trabajo en gestión y desarrollo comunitario, donde cada persona puede contar con la otra para seguir creciendo porque sus causas son comunes.

La autogestión se convierte en un motor que transforma la realidad social. Le da un golpe de muerte a la DEPENDENCIA, al POPULISMO. Reconstruye la acción política y la sociedad entiende el ejercicio del poder del Estado como debe ser, porque la fuerza procede de la comunidad misma y se construyen relaciones entre esta y las autoridades, más dinámicas, horizontales y democráticas.

Desarrollar esto es una de las prioridades de la administración municipal de Saltillo, y en ello se está trabajando. Los Centros Comunitarios son el espacio para generar esta nueva cultura. Están concebidos para convertirse en núcleos de empoderamiento ciudadano. Ahí la comunidad tiene su reencuentro y aprende a generar acciones para mejorar su vida. No está fácil, pero tampoco es imposible.

La comunidad define sus prioridades, señala las problemáticas que hay que resolver, se hace cargo de sí misma y exige a la autoridad lo que por derecho le corresponde. La autoridad asume su papel, el que siempre debió tener y para lo que fue concebida: PARA SERVIR.

Esto es HACER PATRIA. Y sí se puede.


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