¿Guardia? Nacional

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México tiene numerosos problemas en Educación, Salud, Empleo y Seguridad, y todos ellos se han agravado con este gobierno. Pero en el caso de la Seguridad hay un esfuerzo que no sólo no dio frutos sino se agudizó debido principalmente a la inactividad de la “Guardia” Nacional.

Aún los que en lo personal no han sido víctimas de un crimen, conocen a alguien cercano que sí lo fue. Y todos tenemos altas posibilidades de sufrir uno, incluso de alto impacto. Las cifras de homicidios dolosos se dispararon, así como las de secuestros y robos con violencia. 15 ciudades mexicanas son de las 50 más violentas del mundo.

Para diferenciarse de sexenios anteriores, el actual gobierno decidió una política distinta para atender la inseguridad. En vez de aplicar la fuerza del Estado para garantizar una convivencia pacífica bajo el imperio de la ley, propuso que hubiera “abrazos y no balazos”. Así ordenó dejar de combatir a los cárteles y evitar enfrentamientos armados.

Con la nueva política decidió desaparecer la Policía Federal (que había absorbido en el sexenio de Peña Nieto distintas entidades, entre ellas a la Policía Federal de Caminos) sin importarle el entrenamiento que sus elementos habían recibido ni los años acumulados de astucia policial. A pesar de haber sido un acérrimo opositor al empleo del ejército en las labores de seguridad, el inquilino de Palacio decidió crear un ente mixto entre ejército y policía al que le dió el nombre de Guardia Nacional. Cuando se discutió en el Congreso la ley que le dió vida se precisó que el nuevo ente tendría un mando civil, no uno militar, y que sus procedimientos serían también de corte policial. A pesar de ello, el inquilino nombró a un militar al frente de la Guardia Nacional, quien a su vez escogió también sus subordinados entre personal militar. Apenas el personal de tropa fue seleccionado sin ser personal castrense.

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Esta decisión desperdició un enorme bagaje de experiencia policial y dejó fuera procedimientos necesarios para garantizar el respeto a los derechos de los ciudadanos. Aunque parezca increíble, ésta política fue en contra de la propuesta original del candidato López Obrador de alejar al ejército de las responsabilidades de seguridad pública.

La llamada “Guardia” Nacional no ha contribuido a mejorar la seguridad ciudadana. Le falta cohesión interna. No tienen buen entrenamiento ni capacitación. Han tenido un pésimo desempeño, son edecanes caros. Su acción más visible en cuatro años fue atender los deseos de Donald Trump, convirtiendo a 28,000 de los elementos de la “Guardia” en el muro que éste exigía para frenar la migración centroamericana.

Se cometió el error de cambiar profundamente una institución que debía ser permanente. En vez de ser como la Guardia Civil española, la Gendarmerie francesa o el cuerpo de Carabinieri italianos que han sabido conservar una sabiduría policial a través de los años, prefirió desperdiciar el talento. Además, redujo el necesario presupuesto cuando hacía falta incrementarlo.

A pesar de su visibilidad, su presencia, retenes y caravanas, sus elementos están ausentes de las tareas de Seguridad que reclaman los ciudadanos. No han podido sustituir el menor presupuesto asignado a policías estatales y municipales, ni menos apoyar a los más de 650 municipios que no tienen ningún elemento policial. Evitan cualquier enfrentamiento, se repliegan ante caravanas armadas, incluso ante sicarios aislados y facilitan la impunidad.

Cuando en las pasadas elecciones federales se vio la amplia actividad de los cárteles, en especial en la costa norte del Pacífico, la “Guardia” estuvo ausente, como si no existiera. ¡Valiente ayuda! Pero no es falla de sus elementos, ni de sus mandos, es falla del comandante supremo y de su política absurda.


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