Desde hace años, Baja Ferries, empresa mexicana, enlaza a la Baja California con el continente y, desde 2011, cubre la ruta entre República Dominicana y Puerto Rico. Esta naviera es de las primeras que, gracias a la apertura política que a partir de la VII Cumbre de Panamá se acordó entre EU y Cuba, han recibido autorización para realizar el servicio de pasajeros entre Miami y La Habana.
Los efectos de la renovada relación entre aquellos dos países se sentirán en las corrientes turísticas que ya comenzaron a aumentar. Si Cuba recibió 2.8 millones de visitantes en 2012, sólo en el primer trimestre de 2015, según datos oficiales, llegaron a un millón. De los 15 millones de mexicanos que en 2013 viajaron al extranjero, dos mil visitaron la isla superando en 127% el año anterior.
Hoy Cuba pone a disposición del turismo internacional ocho mil habitaciones y sus mil 600 “paladares”, pequeños restaurantes instalados en domicilios familiares, que ofrecen deleites de cocina cubana al gourmet conocedor.
Es patente la desproporción que existe entre las vastas instalaciones turísticas de México comparadas con las cubanas. Esto pronto se remediará. La geografía está en favor de Cuba cuando se trata de atraer al cercano turismo estadunidense y canadiense.
Hay que prevenir que los atractivos que ofrece Cuba nos rebasen no sólo en turismo sino en oportunidades para captar negocios y aprovechar intercambios profesionales y técnicos. Si no estamos alertas las perspectivas nos pueden pasar de largo para ser aprovechadas no sólo por los norteamericanos, también por europeos y asiáticos, excepto por nosotros.
Desde todos los continentes están llegando a Cuba, en tropel, funcionarios y empresarios extranjeros buscando renovar las relaciones económicas, rotas desde hace 52 años, o para crear nuevas. La marejada de visitantes de todo tipo y dimensión, empresarios e inversionistas en servicios financieros y de comunicaciones se apuntan en las agendas de los funcionarios cubanos más importantes.
Es un hecho a nuestro favor el que los vínculos con México jamás se hayan interrumpido. En 1974 en pleno bloqueo, el IMCE montó en La Habana una gran feria comercial. Muchas empresas mexicanas participaron desde entonces en el reacondicionamiento de hoteles cubanos deteriorados.
El nuevo giro que, desde el congreso del Partido Comunista de abril de 2011, está tomando Raúl Castro en los asuntos internos suavizando reglamentos, autorizando compras de artículos domésticos, automóviles, bienes raíces, o animando a los agricultores a vender sus productos directamente a los hoteles, se complementa con nuevas estrategias al exterior, que se están dando desde la VII Cumbre de Panamá con el encuentro entre los presidentes Castro y Obama.
Pero la realidad económica es dura. Cuba está en quiebra. Importa productos por 13 mil 700 millones de dólares y sólo vende al exterior mercancías por seis mil 200 millones. La diferencia se cubre con servicios. El petróleo venezolano se paga con el envío de médicos y educadores que trabajan en Venezuela. Las reservas monetarias son de cuatro mil 900 millones de dólares, muy por debajo de las obligaciones externas de 23 mil millones. Ni la condonación de la vieja deuda cubana de 500 millones de dólares con el Banco Nacional de Comercio Exterior ni la condonación de su deuda con Rusia son salidas repetibles. La solidez financiera de Cuba exige la revisión de sus estructuras económicas.
Si bien Cuba puede extender significativamente su industria turística, no debe regresar a depender de ella como antes de 1959. Otras soluciones deben aplicarse. Hay amplias perspectivas en cultivos exportables a nuevos mercados o en minerales estratégicos.
Ahora es el mejor momento para que apretemos el paso y se creen sociedades mixtas méxico-cubanas en lo agrícola, lo industrial y en servicios en actividades donde todos ganen.
La imaginación y capacidad mexicanas se están probando a diario con éxito. Hoy, una empresa mexicana aporta una muy oportuna naviera. México quiere extender sus redes económicas a todo el mundo. Cuba puede resultar un excelente y pujante socio.
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