Esperanza ante el avasallamiento: paso

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Por Alejandro Díaz

La noticia pasó desapercibida para la mayoría de los medios nacionales y muy poco comentada en los internacionales. Argentina, la que se suponía totalmente volcada a los ímpetus del Foro de São Paulo bajo la batuta de Alberto Fernández, decidió en las urnas marcar un cambio. Quizá por su sistema electoral sui géneris, pero también porque saturó al electorado, el partido del Presidente Fernández salió derrotado en buena parte del país. Ningún presidente, por muy populista que sea, puede asegurar que podrá mantener su popularidad por siempre.

En ésta ocasión, al realizarse en Argentina las elecciones PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias), previas a las constitucionales de noviembre se definieron los candidatos que contenderán por cada partido al tiempo que marcan la tendencia del resultado final. Convocados 35 millones de ciudadanos, el gobierno estaba esperanzado de obtener una copiosa votación que lo ratificara para la segunda mitad del periodo.

Las elecciones PASO permiten la participación no sólo de los partidos sino de corrientes dentro de ellos con candidatos que no siempre cuentan con el respaldo de las dirigencias partidistas. Es un proceso que permite el desarrollo de líderes y corrientes que así las dirigencias no pueden cooptar. Al mismo tiempo, muestran la tendencia para las elecciones constitucionales más claramente que ninguna encuesta.

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El domingo 10 el oficialismo fue derrotado por los ciudadanos dándole el triunfo a la oposición, tanto a la Alianza del expresidente Macri como a la Unión Cívica Radical (UCR) que desde la elección de Raul Alfonsín (1983) no toma protagonismo en solitario. El partido peronista (gobernante) tuvo su peor desempeño, tuvo una “paliza electoral de magnitudes históricas“ según lo tituló un importante portal noticioso local.

La caída electoral se atribuye a la reacción ante la pandemia, al mal manejo de las vacunas y a la crisis económica que se ha acentuado en vez de aligerarse. Una inflación mayor al 40% y una pobreza por encima del 45% de la población fueron factores que definieron la derrota en esta elección primaria que marca lo que sucederá en noviembre.

Una elección primaria como la PASO se lleva a cabo en muy pocos países pero muestran el camino por el que se recorrerán cada vez elecciones. Si en verdad vamos a entrar a una Reforma Electoral debemos considerar la conveniencia de incluir elecciones primarias para dar más importancia a los ciudadanos y menos a las dirigencias partidistas sin sacrificar la existencia de los partidos políticos.

Se requiere una verdadera discusión sobre en quien debe recaer el poder de presentar y votar candidatos. Que se decida que no sólo los partidos tienen derecho a proponer candidatos como hasta ahora el nuestro y se apruebe que los ciudadanos tienen derecho a decidir con su voto tanto al partido como a las personas de carne y hueso que se presenten. El modelo argentino PASO es una posibilidad aplicable.

Esta opción facilitará todas las elecciones por venir, incluida la de quien sucederá al actual titular del Poder Ejecutivo Federal, evitando una posible lucha violenta entre facciones al interior de MORENA. También permitirá participar a distintos grupos del resto de los partidos sin cooptaciones de dirigencias u hombres fuertes. Pero lo más importante será que permitirá a los ciudadanos decidir entre un abanico de posibilidades que ahora no tienen.

También punto importante es que ciudadanos con inquietudes políticas que hasta ahora se han abstenido de participar en política podrán hacerlo sin necesidad de ingresar formalmente a un partido político y así lograr candidaturas a legisladores o al Poder Ejecutivo. ¡Apostemos por la esperanza!

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