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Escándalo: Políticos Mexicanos Compran Likes en Facebook

En un revelador golpe al corazón de la política mexicana, una investigación periodística ha destapado un entramado de campañas pagadas en Facebook que buscan inflar la imagen pública de figuras clave del espectro político. Publicada recientemente, esta pesquisa —realizada por un consorcio de medios independientes— expone cómo líderes de diversos partidos destinan sumas millonarias a anuncios dirigidos, likes falsos y estrategias de engagement artificial, todo bajo el radar de las regulaciones electorales. En un contexto donde las elecciones locales y federales se acercan con intensidad, este descubrimiento no solo cuestiona la autenticidad de las narrativas políticas en redes sociales, sino que también pone en jaque la transparencia democrática en México.

El caso más llamativo involucra a Samuel García, gobernador de Nuevo León y figura ascendente de Movimiento Ciudadano (MC). Según los documentos filtrados, García ha invertido más de 4 millones de pesos en campañas publicitarias en la plataforma de Meta durante los últimos seis meses. Estas inyecciones de capital se destinaron a promover su imagen como un líder innovador y accesible, con anuncios que resaltan logros en infraestructura y seguridad estatal. Fuentes de la investigación indican que parte de estos fondos provienen de donativos opacos, potencialmente violando la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE), que prohíbe el uso de recursos públicos o privados no declarados en propaganda. García, quien ha sido criticado por su estilo mediático, parece haber apostado por Facebook como un campo de batalla para consolidar su base de apoyo de cara a futuras contiendas nacionales.

No menos impactante es el derroche de los dirigentes nacionales de MC y el Partido Acción Nacional (PAN). Jorge Álvarez Máynez, coordinador nacional de MC, destinó más de un millón de pesos a una serie de posts patrocinados que enfatizan su rol en la renovación del partido y su crítica al establishment. Paralelamente, Jorge Romero, líder del PAN, invirtió una cifra similar en campañas que defienden la agenda conservadora del partido, incluyendo ataques sutiles a la Cuarta Transformación. Ambos casos destacan un patrón: el uso de microtargeting para segmentar audiencias jóvenes y urbanas, con un enfoque en memes y videos virales que generan interacciones simuladas. Expertos en ciberpolítica consultados por la investigación advierten que estas tácticas no solo distorsionan el debate público, sino que erosionan la confianza en las instituciones, al priorizar el volumen de «me gusta» sobre el contenido sustantivo.

En el extremo opuesto de la escala, pero no menos revelador, se encuentra la senadora por Chihuahua, Andrea Chávez, de Morena. Con un gasto superior a los 100 mil pesos, Chávez ha lanzado una campaña anticipada para posicionarse como candidata a la gubernatura de su estado. Sus anuncios, centrados en temas de equidad de género y anticorrupción, buscan captar el voto femenino en un territorio volátil. Este movimiento precoz viola el principio de equidad en los tiempos electorales, según analistas, y podría derivar en sanciones del Instituto Nacional Electoral (INE). Chávez, conocida por su activismo digital, ilustra cómo incluso figuras emergentes recurren a estas prácticas para ganar terreno en un ecosistema dominado por algoritmos.

Las implicaciones de este escándalo trascienden lo individual. En un país donde Facebook es la principal fuente de noticias para el 70% de los usuarios adultos —según datos del INEGI—, estas manipulaciones representan una amenaza a la pluralidad informativa. El INE ha anunciado revisiones urgentes, pero la falta de herramientas para auditar plataformas privadas complica la fiscalización. Políticos de oposición claman por reformas que obliguen a Meta a transparentar datos de financiamiento, mientras que defensores de la libertad de expresión argumentan que se trata de marketing legítimo. Sin embargo, la investigación subraya un dilema mayor: ¿puede la democracia mexicana sobrevivir en un mundo donde la imagen se compra al por mayor?

Este caso no es aislado; refleja una tendencia global donde las big tech se convierten en árbitros involuntarios de elecciones. México necesita urgentemente marcos regulatorios más robustos para blindar el proceso democrático de estas sombras digitales. Mientras tanto, los ciudadanos deben escudriñar más allá de los likes: la verdadera popularidad no se mide en píxeles, sino en acciones concretas.


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