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¿Sheinbaum Imita a Trump con Aranceles Chinos?

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció aranceles que elevan hasta un 50% los impuestos a importaciones de países sin tratados comerciales, como China, India, Indonesia y Tailandia. Esta iniciativa, presentada el 10 de septiembre de 2025 ante el Congreso mexicano, afecta a casi 1.500 productos en sectores estratégicos como automotriz, textil, calzado y electrónicos. El anuncio llega en un contexto de tensiones comerciales globales, donde Estados Unidos, bajo Donald Trump, ha impuesto aranceles del 25% al 50% a productos mexicanos y chinos, justificándolos por temas de seguridad fronteriza y competencia desleal. La similitud en el enfoque proteccionista ha generado debates: ¿es una estrategia genuina para blindar la economía mexicana o un gesto para congraciarse con Trump y evitar represalias en el TMEC (Tratado México-Estados Unidos-Canadá)?

El contexto es clave. México enfrenta un déficit comercial crónico con China: en el primer semestre de 2025, importó 62.127 millones de dólares de bienes chinos, mientras exportó solo 9.000 millones, según datos del Banco de México. China domina el 30% del mercado automotriz ligero en México, desplazando a productores locales. Sheinbaum argumenta que estos aranceles, enmarcados en la Ley de Impuestos Generales de Importación y alineados con la Organización Mundial del Comercio (OMC), forman parte del «Plan México», un proyecto nacional para fomentar la sustitución de importaciones y fortalecer la industria interna. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, enfatizó que la medida busca elevar la producción nacional en un 15% en sectores clave como aeroespacial y farmacéutico, reduciendo la dependencia de proveedores asiáticos. Esto responde a presiones internas de empresarios mexicanos, quienes, en reuniones con el gobierno, han pedido barreras para competir con la «dumping» china, es decir, ventas por debajo del costo que inundan el mercado.

Sin embargo, la respuesta de China añade complejidad. El gobierno de Pekín reaccionó el 11 de septiembre de 2025 declarando que «se opone firmemente a cualquier coerción» y que protegerá «los intereses de sus empresas y exportadores». Esto podría escalar a una guerra comercial bilateral, con posibles retaliaciones como aranceles a exportaciones mexicanas de petróleo o minerales, que suman miles de millones. Analistas como Adolfo Laborde del CIDE advierten que, aunque los aranceles podrían generar empleo local a corto plazo, a largo plazo encarecerían insumos para la industria exportadora mexicana, que depende en un 83% de EE.UU. y ya sufre los aranceles trumpianos del 25% a autos y acero.

La pregunta central persiste: ¿protección económica o alineación con Trump? Sheinbaum ha negado explícitamente que la medida sea para «quedar bien» con Washington, insistiendo en que es un «proyecto nacional» independiente de las negociaciones bilaterales. No obstante, el timing es sospechoso. Desde febrero de 2025, México ha presionado a sus empresarios para reducir importaciones chinas ante las amenazas de Trump, quien ve en el nearshoring chino vía México una triangulación para evadir sus aranceles. Acuerdos previos, como la prórroga de 90 días en julio para evitar un 30% adicional a exportaciones mexicanas, muestran una diplomacia pragmática. Políticamente, esta movida posiciona a Sheinbaum como una líder soberana, pero críticos la ven como un eco de la doctrina «America First» de Trump, adaptada al «México Primero». Si el Congreso aprueba la reforma, podría impulsar el PIB en un 1-2% vía industrialización, pero riesgos como inflación (hasta 5% en bienes de consumo) y tensiones con la OMC son inminentes.

En resumen, aunque la medida tiene bases económicas sólidas para contrarrestar el desbalance con Asia, su paralelismo con las políticas de Trump sugiere un cálculo geopolítico. México navega entre la integración norteamericana y la diversificación global, pero una escalada con China podría costar caro. Sheinbaum debe equilibrar soberanía y pragmatismo para evitar que esta «defensa» se convierta en una trampa comercial.


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