El rechazo es porque reiteró lo que piensa

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De verdad que en la clase política hay quienes nada les contenta: si no les dan lo que piden, malo; si se los dan, también.

Ninguna decisión que no sea propia ha de ser aceptada, aunque consista precisamente en lo solicitado. Siempre aparecerán la conjetura y la suspicacia. El principio de honestidad que obliga a valorar razonablemente y por sus méritos lo que de otros procede no suele ser respetado.

Vea usted: hasta hace unos días había un reclamo social —en el que participaban políticos, académicos, científicos y organizaciones civiles— exigiéndole al gobierno que convocara a un amplio debate nacional para conocer y decidir lo que mejor convenga en materia de estupefacientes y psicotrópicos, pero especialmente referido a la mariguana.

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Con motivo de esa demanda y de la reciente resolución de la Suprema Corte, que amparó a unos quejosos para que el Estado les respete su libre albedrío respecto al consumo personal de esta droga, el Ejecutivo federal ordenó a sus subordinados hacer la convocatoria solicitada, en la que podrán participar a lo ancho y largo del país quienes quieran hacerlo, y tratarse así todos los temas relacionados con la materia.

Pues ahora se escuchan voces de líderes políticos —algunos muy respetados— descalificando la decisión gubernamental por considerar que nació muerta al contener una maniobra para imponer la voluntad oficial.

El rechazo se debe a que el Presidente reiteró estar contra la legalización del consumo de esa yerba.

Mi opinión:

1. Hay un equívoco —o una equivocación— que de manera generalizada se viene dando, porque si en un estado de derecho los ciudadanos podemos hacer todo aquello que la ley no prohíbe, y en México ninguna norma castiga administrativa ni penalmente el consumo personal de la mariguana, debiera estar claro que no se puede legalizar lo que ya es legal.

2. Es plausible que el Senado convoque a otro foro para discutir ese o cualquier otro tema, pero en una sociedad moderna, que aspire a perfeccionar su democracia y su estado de derecho, no solo es preferible, sino aún exigible, que en los temas trascendentes se conozca lo que piensan y quieren los gobernantes, y que nadie se alarme si sus equipos impulsan las decisiones en tal sentido. Lo que importa es que los poderes Legislativo y Judicial hagan lo que les corresponde, esto es, apoyar, evitar o corregir, con leyes o sentencias, las acciones administrativas.

3. El debate real tiene tres vertientes: a) Cómo habrán de adquirir la semilla o la planta quienes quieran inhalarla o usarla como remedio. b) Qué debe hacer el Estado para proteger la salud pública. c) Cómo abatir la criminalidad si la producción y el comercio son ilegales, con 8 millones de pachecos aquí, y un país vecino con docenas de millones más.

4. Ojalá que en los foros por venir prevalezcan las razones, no las descalificaciones, pues mientras en la política “coincidir” sea sinónimo de “claudicación”, no podremos avanzar.


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