El poder de una mamá

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Le pregunté a mi mamá si podía ser algún día un entrenador de perros y ella me respondió “Mijo, usted puede ser lo que quiera”, y Cesar Millan, el famoso y mundialmente conocido Encantador de perros, también se lo creyó.

Hay varias maneras de conocer a César Vargas, este joven dreamer que ha cambiado la historia de Nueva York al haber logrado –siendo indocumentado– un fallo legal que le otorgara su cédula para ejercer como abogado. Es un líder admirado e incansable luchador, que cuando habló de su madre en la ceremonia de graduación fue el momento más significativo. César reconoce con devoción y gratitud que la fuerza de su madre ha sido también la suya, y que el momento más anhelado para él era justamente entregar este título universitario a la mujer que decidió con sus siete hijos y sin papeles, ni dinero ni inglés, llevarlos a todos a Nueva York, donde, para sobrevivir, empezó vendiendo comida y reciclando botellas de PVC.

El cada vez más famoso Dr. Alfredo Quiñones, mejor conocido como Dr. Q, que al mostrar sus manos afirma “con estas manos que sembré tomates ahora puedo salvar vidas al extraer tumores cancerosos del cerebro”, destaca en el centro de su admirable historia de vida el papel decisivo de su madre y, ahora, el de su esposa y su familia.

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Este es el poder de aquellas mamás que bajo diferentes circunstancias, realidades, adversidades, tomaron en su momento la decisión de hacer posible que otros creyeran en sus sueños, lucharan por ellos y los hicieran realidad. No desestimo lo que cada uno de sus hijos ha conseguido con un esfuerzo y resistencia extraordinarios, pero fueron ellos mismos quienes así explican cómo han llegado hasta donde están.

En un reciente encuentro con César Millán, me compartió su intento de suicidio frente a pérdidas que en ese momento le resultaban insoportables. Y casi al despedirnos comentó “me refugié solo y lejos para poder regresar a vivir y fueron mi madre y mi manada las que me sacaron a flote, sólo así logre regresar.”

Así podemos recorrer nuestras propias historias de vida y en millones de hogares cuando se abre la puerta de un hogar la primera pregunta es absolutamente predecible: ¿mamá, dónde estás?

He aprendido de mi hija, que cursa sus estudios de pediatría, que hay una mirada única que ha visto en su vida y sucede al momento de poner entre los brazos de una madre a su hijo, a los pocos segundos de haber nacido. Ahora entiendo cuando, hace años, un hombre de un compromiso social ejemplar, El Abuelo, y que ha dedicado su vida para apoyar a niños en situación de calle, me dijo que hay algo que muchos de estos niños jamás tendrían en sus vidas y los marcaría por siempre: esa primera mirada que nadie más es capaz de brindarles.

De ahí la importancia de en qué condiciones se llega a la maternidad. El número de madres niñas y adolescentes sigue en aumento y con ello su vulnerabilidad, las consecuencias en sus vidas, desde renunciar a sus estudios hasta la estigmatización social, porque son niñas intentando hacerse cargo de otro, cuando ni siquiera han concluido sus primeros ciclos de vida. Save the Children señala que anualmente se registran en México medio millón de embarazos adolescentes.

Hay quienes también ejercen su poder para crear círculos de dependencia y de incapacidad en sus hijos para enfrentar la adversidad. La sobreprotección, la ausencia de límites y la renuncia a su autoridad explica en buena medida las ladys y los lords que hoy padecemos. La figura paterna, cuando juega este mismo rol, fortalecerá este poder de los hijos que, con cero responsabilidad y consecuencias, terminarán por fastidiarse su vida y de paso la de muchos otros.

Si el marco legal abona a la impunidad de miles de padres que cómodamente huyen, dejando toda la responsabilidad a la madre, seguirá dándoles a ellos un poder superior e inaceptable sobre los márgenes de libertad y decisión de las mujeres.

Por supuesto que no hay reglas ni condiciones iguales, y generalizar sería irresponsable y simplista. Menos aún intentar ‘responsabilizar’ a las madres por decisiones y actos de sus hijos.

Pero muchas evidencias dan cuenta de que el poder de una madre será mayor si su acceso a las oportunidades de educación, salud, de impartición de justicia y la libertad económica están de su lado.

Abrazo a los padres solteros y a los hombres que sin temor y con generosidad, amor y compromiso han elegido jugar ambos roles.


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