El gran reto hoy de la CDMX está en el cambio generacional

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Fue en la década de 1990 cuando del Día Sin Auto comenzó a adoptarse en algunas ciudades como Reykjavik (Islandia), La Rochelle (Francia) y Bath (Reino Unido).

Mucho se habla de las distintas generaciones y sus aportaciones a través de los años a la historia de la humanidad, ya sea en la política, en la cultura y el arte, en la economía o en la sociedad, el inicio y el fin de una era ha venido siempre acompañado de un grupo de personas que ponen su sello en ella y sobre todo toman decisiones con respecto a su papel ya sea como detonantes del cambio o como defensores del estatus quo.

Es así como se dan las rupturas entre una época y otra, como los baby boomers o la generación x, nacen cuando una persona o varias toman la decisión de ser el último miembro de la generación actual o él o los primeros miembros activos de la que sigue, abriendo así la puerta de la siguiente etapa o apagando las luces de la actual. Es esta eterna dicotomía entre lo nuevo y lo viejo, o entre lo conocido versus lo distinto es lo que nos hace avanzar, evaluar, innovar, crear y mejorar.

Quienes optamos por abrir la puerta de la siguiente generación y ser los primeros, lo hacemos sabiendo que no es el camino más sencillo, que las transiciones no son rápidas, tampoco fáciles de digerir, sin duda traen consigo oposición y defensa de lo que se creen son “derechos de piso”, así como embestidas que buscan  el regreso al espacio de confort. Sin embargo es la fuerza de la transformación la que se impone una y otra vez sobre la administración del estatus quo, y ésta necesita de constancia y visión.

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Por ello el gran reto que hoy enfrenta la Ciudad de México en su clase política es el cambio generacional, mismo que no está determinado por la edad de sus representantes, sino en su disposición para detonar el cambio que pide hoy una nueva generación de capitalinos que están listos para ser parte activa de la toma de decisiones, pero sobre todo que hoy viven una Ciudad distinta, con nuevos retos, alejada ya de las formas tradicionales y los temas citadinos de siempre. Ambas etapas podrían parecer opuestas, sin embargo no lo son, se complementan, después de todo, alguien tiene que cerrar la puerta a los modelos agotados, para así otros le abran paso al futuro y a la transformación.

La agenda urbana y sus diversas vertientes, como la movilidad o el aprovechamiento del espacio público, hoy forman parte de éstos nuevos temas, mismos que ayudan a resolver problemas típicos como la inseguridad, la desigualdad, la pobreza, la violencia, la falta de buenos servicios públicos, desde una óptica distinta, con acercamiento y propuestas dignas de una nueva generación de personas que construyen Ciudades de forma diferente, más sustentables, más humanas.

Como parte de estos pasos, que buscan detonar el cambio cultural se encuentra el Día Mundial Sin Auto, conmemorado el  22 de septiembre. Esta iniciativa tiene como objetivo principal desincentivar su uso haciendo un llamado a las personas, especialmente a los políticos y tomadores de decisiones a dejar este medio de transporte por un día y probar que la utilización de nuevos medios de desplazamiento, para así puedan entender cómo se vive la calle todos los días, y las necesidades que tiene el ciudadano promedio, usuario de transporte público y de infraestructura peatonal. Sólo así decidirán el presupuesto de la Ciudad con una óptica distinta. 

Los inicios de la iniciativa. Fue en la década de 1990 cuando del Día Sin Auto comenzó a adoptarse en algunas ciudades como Reykjavik (Islandia), La Rochelle (Francia) y Bath (Reino Unido). Específicamente a partir de la crisis petrolera de 1973 comenzaron a aparecer las primeras ideas para promover medios de transporte más eficientes en sustitución del auto. Curiosamente, América Latina es hoy la región que sobresale en la conmemoración del Día Sin Auto, siendo Bogotá y Medellín las ciudades en las que desde hace más de 15 años hacer uso del automóvil durante este día está completamente prohibido. Año con año las calles de estas ciudades colombianas cuentan con mayor inversión en infraestructura para la movilidad sustentable.

En Europa, por ejemplo,  desde el año 2002 la Unión Europea celebra la tercera semana de septiembre la Semana de la Movilidad, culminando el día 22 con el Día Sin Auto. Durante dicha semana, en los distintos países miembros se realizan eventos para promover la adopción de transporte urbano sustentable. Adicionalmente se entrega el Premio Europeo a la Movilidad a la ciudad que haya hecho el mayor esfuerzo en mejorar las condiciones e implementar las mejores políticas públicas.

La competitividad perdida.La competitividad en la Ciudad es un factor que se ve severamente afectado por el uso del automóvil. Diariamente 3.3 millones de horas-hombre son las que se pierden en los traslados por la Ciudad impactando el bolsillo tanto de ciudadanos como de empresarios. En consecuencia, los capitalinos toman sus decisiones con base en el congestionamiento vial provocando que la Ciudad de México sea sencillamente una ciudad más insatisfecha. El 80% de la superficie de la Ciudad está dedicada al auto, provocando que el 70% del gasto de infraestructura se vaya a ella. No es de extrañar que estudios como los realizados por consultoras internacionales como Steer Davis señalen que en la zona de Polanco-Lomas el tráfico ha aumentado en un 34% como resultado del Segundo Piso de la Ciudad y la Autopista Urbana, ya que son medidas que inducen el tráfico a las zonas con mayor actividad económica y social.

Menos auto y más peatón. Con la nueva Ley de Movilidad, queremos desincentivar el uso del automóvil y la apostar por infraestructura para el peatón, el ciclista y el usuario de transporte público, estaremos disminuyendo las más de 16 mil muertes al año ocasionadas por accidentes viales y reduciendo los tiempos de traslado de las personas, pues nos moveremos de manera más eficiente y sobre todo más segura. Estaremos construyendo una ciudad hecha para las personas y no para los autos cambiando así por completo el rostro de la capital del país.

Dejar el auto no es tan difícil como parece. Este lunes 22 acepté ser parte del #RetoSinAuto2014. Durante todo el día estuve realizando mis actividades a pie, en bici y en transporte público, como lo hago regularmente todos los días. Como lo indican las reglas de esta iniciativa organizada por organizaciones de la sociedad civil, reté al senador Javier Lozano, a la senadora Mariana Gómez del Campo, al diputado José Serrato Castell y al diputado Adrián Juárez y al Presidente del PAN DF Mauricio Tabe,  a subirse a la bici y dejar el auto en casa. Al final del día el reto se cumplió exitosamente dejándonos la satisfacción de haber sido parte un ejercicio significativo y propositivo para la Ciudad. Sin duda no deberíamos esperar que transcurra un año para volver a intentarlo; el reto es diario y es de todos. La nueva generación de capitalinos estamos listos para impulsar el cambio.

Y sigue la mata dando. A través de este espacio quiero refrendar mi compromiso con la agenda de movilidad de las Ciudades, no dejaré de impulsar los cambios que requerimos para en ellas las personas puedan vivir en un entorno seguro, con infraestructura compartida y sustentable, basada en inversión en espacio público peatonal y mejores sistemas de transporte público que puedan llevarnos a nuestros destinos y cuiden la economía familiar. Quiero que las personas que habitan nuestras ciudades puedan mejorar su calidad de vida y tengan la posibilidad de contar con las mismas oportunidades y opciones de las que gozan los habitantes de las ciudades más avanzadas del mundo. Desde el primer día de mi trabajo como legisladora he actuado con congruencia y decisión para hacer de este proyecto una realidad para la Ciudad de México, y así lo seguiré haciendo para ahora llevarlo a todas las Ciudades de nuestro país, el Partido Acción Nacional en el plano nacional lo tomará como eje en la Plataforma 2015, así como lo impulsará también desde el trabajo de sus Fundaciones, como la Rafael Preciado. El reto es vencer la resistencia al cambio, esa que le teme a las transformaciones, esa que se opone a que las personas vivan mejor.


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