El Centro de las Decisiones

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En alguna plática sostenida con el célebre politólogo Giovanni Sartori hace algunos años, mencionó que para realizar verdaderos y profundos cambios en los sistemas de gobierno, se requiere por un lado concentrar el poder para estar en posibilidad de realizarlos y, por otro, tener la voluntad para llevarlos a cabo, con una clara visión de Estado.

Ese fue el dilema en los pasados sexenios: nunca se pudieron reunir ambos requisitos, razón por la cual se recurrió al gradualismo, de manera que paulatinamente se dieran pasos tendientes a una transformación, actualmente inacabada.

El arribo a la presidencia de Peña Nieto, abrió la posibilidad de apretar el paso y concluir la transición, con fuertes expectativas para lograrlo.

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El diálogo, los acuerdos y una agenda común, permitieron acelerar y concretar reformas importantes, que en poco tiempo se han visto ensombrecidas, con desatinos gubernamentales, decisiones unilaterales erróneas y escándalos de corrupción que han sometido al país en una honda crisis de credibilidad provocando el desánimo.

Aunado a lo anterior, posterior al proceso electoral del 2012, se daba por hecho que el titular del Poder Ejecutivo tendría el control de la mayoría de los Gobernadores Estatales, en tanto, sus compañeros de partido y, por ende, haciendo equipo estarían en la misma frecuencia. Para nuestra sorpresa, no ha sido así, se siguen comportando como verdaderos caciques, virreyes que a su antojo hacen lo que les viene en gana, ocasionando mayor irritación social, pasando el costo político a la federación, como responsable de todos los males, sin restarle su mérito ganado a pulso.

El resultado está a la vista: desencanto, irritación y apatía.

Cambiar el curso del país es inminente, para ello se tienen que superar dos cuestiones: primera: las actuales contiendas electorales intermedias, reto francamente complejo dado el enrarecimiento del clima electoral en algunas regiones y, segunda, entrar mediante acciones claras y transparentes a recuperar la confianza ciudadana, que solamente se podrá lograr a través de aplicar sin distingos las reglas establecidas para la convivencia social.

Los privilegios y las consignas, las complicidades y las injusticias, la corrupción y la impunidad, son factores que provocan rencores sociales, presentes en la actualidad, por lo tanto resulta un imperativo esencial recobrar y recuperar la armonía.

Los siguientes meses serán cruciales en ese objetivo, si continuamos en la lucha del poder por el poder o bien, el poder para servir, ¿a poco no?


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