El dogmatismo, esa postura filosófica que sostiene que la mente humana puede conocer la verdad de manera plena y certera, sin necesidad de cuestionamiento o fundamentación adicional, es la mayor influencia de los actuales gobiernos emanados del partido oficial.
Cuando vemos en las mañaneras cómo se rechazan algunas preguntas de reporteros con una respuesta que busca simplificar al extremo, cuándo se dice «es falso» sin aportar una sola prueba, cuándo se califica a los demás con calificativos que buscar estigmatizarlos y que sus argumentos pierdan peso –a pesar de las evidencias–, cuándo se niega el diálogo sólo porque no se piensa como ellos, estamos ante alguien dogmático.
Aplicar el dogmatismo en el ámbito gubernamental puede ser perjudicial por varias razones:
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Falta de apertura al diálogo y al consenso: Los líderes dogmáticos tienden a imponer sus ideas como verdades absolutas, sin considerar opiniones alternativas. Esto puede generar polarización y conflictos sociales, ya que se desestima la diversidad de perspectivas necesaria en una sociedad plural.
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Resistencia al cambio y a la innovación: Un enfoque dogmático puede obstaculizar la adaptación a nuevas circunstancias o la implementación de políticas innovadoras, debido a una adhesión rígida a creencias establecidas. Esta inflexibilidad puede impedir el progreso y la evolución social.
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Posible abuso de poder: Cuando se gobierna desde el dogmatismo, existe el riesgo de justificar acciones autoritarias bajo la premisa de poseer la «verdad absoluta». Esto puede conducir a la supresión de libertades individuales y a la implementación de medidas represivas contra quienes disienten.
En contraste, un enfoque crítico y abierto en la gobernanza fomenta el debate constructivo, la participación ciudadana y la adaptación a las necesidades cambiantes de la sociedad, elementos esenciales para el fortalecimiento de la democracia y el bienestar colectivo.
Lo ideal sería que el gobierno diseñara políticas públicas para todos –no para unos cuantos o para los suyos–, considerando todos los puntos de vista y las necesidades del país, lejos de sus ideologías y pensando en el bien común y no en los votos que puedan obtener de sus clientelas políticas.
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