El mundo atraviesa por una crisis económica que tiene a varios países tomando decisiones drásticas en términos financieros y fiscales. Una crisis que, en el mediano plazo, se puede convertir en un conflicto social que ponga en riesgo el desarrollo y crecimiento de los países que lo conforman.
A pesar de que las decisiones a las que ha recurrido Estados Unidos han impactado positivamente a una parte del mundo, aún existe cierto peligro en la zona del euro. La Unión Europea atraviesa por una situación complicada de la que no ha podido salir desde hace unos años, el endeudamiento de algunos países que la conforman mantiene a su divisa débil, a ello se le suma la crisis por la que atraviesa Grecia y que aumenta el riesgo de su permanencia dentro de este grupo.
Europa se enfrenta ante la necesidad de tomar decisiones difíciles, que podrían impactar al resto del mundo y evidenciar la sistemática desigualdad que existe dentro del mismo. Y es que, a pesar de las decisiones que se han tomado a lo largo de la historia, la constante es que cada día hay más personas que entran a la pobreza y cada vez son menos las que acceden a ciertos niveles de riqueza.
Esta problemática, que cada vez se generaliza más en el mundo, puede generar inconformidades sociales y derivar en protestas que, a la larga, sólo afectarían más a la sociedad. Es por ello que es necesario que los países encargados de las políticas económicas internacionales se pregunten si las medidas adoptadas son las adecuadas para el mundo y no sólo para las naciones que dirigen.
En este contexto, en el que el mundo se encuentra, se vuelve fundamental el manejo responsable de las finanzas, pues se atraviesan situaciones que ponen en riesgo el ingreso y el bienestar de todos. Desde la caída del precio del petróleo hasta nuevos programas de austeridad que amenazan la estabilidad de las divisas, como lo sería el caso de Grecia y su impacto en el euro.
Hoy los escenarios parecen adversos, pero es el momento de que los gobiernos apliquen políticas responsables y confiables; de que las potencias cooperen en el manejo de las crisis y de que los organismos internacionales cumplan con su labor mediadora y paliativa para evitar que las decisiones de unos tengan una repercusión que se salga del control de otros.
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