Cuando el poder no sirve para poder

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Usted podrá ser el Presidente de la República pero no podrá lograr que le aplaudan cuando quiere. Usted podrá ser Gobernador del Estado pero no podrá evitar los abucheos cuando el público está molesto con su conducta.Esto deben estarlo viviendo tanto Peña Nieto como César Duarte. Los hechos y los datos de esta semana mostraron que, a diferencia de lo que el ballezano dijo en su discurso inaugural, el poder -al menos el que él imagina- no siempre es para poder.

Peña Nieto sufrió un doble revés en la esfera político-simbólica. En la conferencia de prensa que organizó para presentar al nuevo Secretario de la Función Pública, su amigo Virgilio Andrade, reconoció -entre dientes pero a micrófono abierto- "ya sé que no aplauden" (los periodistas). Acostumbrado a tener auditorios a modo ahora tuvo que tragarse la impotencia de no recibir la cargada de aplausos. Su resignada frase se convirtió en fenómeno viral en las redes sociales y a nivel internacional se reconoció más por ello que por el contenido del nuevo nombramiento del supuesto "zar anticorrupción".

No fue lo peor. La nueva encomienda de Peña a Andrade, de auditarlo a él, a su esposa Angélica Rivera y al Secretario de Hacienda Videgaray y las ocho acciones contra la corrupción no resultan creíbles ni para la mayoría de los analistas, ni para la población, ni siquiera para medios antes amigos de él como The Economist. Nadie espera que el nuevo y sacado de la manga secretario anti corrupción cumpla a cabalidad su cometido. Porque implicaría llevar al banquillo de los acusados a quien lo nombró, a la esposa de éste y al compañero de clase que lo encumbró al Gobierno Federal.

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Nadie se traga que ahora sí va en serio la lucha contra la corrupción. Si así fuera, Peña debería comenzar por su propia casa, o al menos la de su esposa, sin necesidad de nombrar funcionarios con 200 mil pesos de sueldo.A nivel local, también a principios de semana, el periódico digital Dossier dio a conocer una encuesta realizada conjuntamente con IPC Estadística. En un sondeo realizado con una muestra estadística de mil quinientas personas en Ciudad Juárez, Chihuahua, Delicias y Parral a principios de enero, se revela que más de 8 de cada 10 chihuahuenses (88.90% para ser exactos), reprueba el trabajo del gobernador Duarte. Los principales problemas detectados por la gente entrevistada en el gobierno de Chihuahua son la corrupción (47.60%) y la mala administración (29.20%). Otro dato más, cuando se les preguntó si para ellos César Duarte es una persona confiable, prácticamente 9 de cada diez (89.80%) declaró que NO.

Estos datos refuerzan el planteamiento del sociólogo catalán Manuel". El considera, siguiendo a los clásicos que hay dos tipos de poder en la sociedad: el poder basado en el manejo de la violencia legítima, en las armas, en la coacción, como señala Max Weber. Y el poder basado en la construcción simbólica del consenso, en la adhesión mental de las personas, en la aprobación lograda a través de la comunicación. Este tipo de poder es llamado la "hegemonía" o "dirección intelectual y moral" de la sociedad por el marxista italiano Antonio Gramsci.Para Castells, la política contemporánea se funda, sobre todo, en el poder simbólico. En la generación de consensos en la población mediante el manejo de imágenes favorables de los poderosos en los medios de comunicación. (Y de imágenes tremendamente negativas de los adversarios). Este sería el verdadero "poder fuerte" de los gobiernos y el otro, el de la coacción legal o paralegal sería un "poder débil".

Así las cosas es muy claro que tanto Peña como Duarte no se están quedando más que con el "poder débil". La capacidad generadora de consenso, de aprobación, de dirección intelectual y moral en ambos está siendo reducida al mínimo. Así se viene revelando continuamente y los casos de esta semana -el nombramiento del "zar anticorrupción" y la encuesta de Dossier- no vienen sino a confirmarlo.

¿Entonces de que han servido los por lo menos mil millones de pesos que el Gobierno del Estado gasta en comunicación social? ¿De qué le sirve a Peña ser una estrella más del Canal de las Estrellas? Contra todo el manejo de opinión y de medios que puedan hacer, contra todos los millones que gasten en ello, conspiran sus hechos. Los actos de corrupción, de autoritarismo, de falta de transparencia que han caracterizado el gobierno de uno y de otro.

Por eso pueden hacerse muy peligrosos. Porque si no han sido capaces con todos sus millones y alianzas con los grandes medios de construir el verdadero "poder fuerte", tendrán la tentación de valerse del "poder débil" para terminar sus gestiones. Entonces sí, podrán estar a la vuelta de la esquina la represión, los ataques personales, la violencia física, el manejo amañado del derecho, las acusaciones falsas contra sus opositores..Eso pasa cuando no se entiende cuál poder efectivamente sirve para poder.


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