Ha iniciado la LXIII Legislatura y los ojos de la ciudadanía estarán puestos en el actuar y decir de sus integrantes. Acción Nacional es un partido tradicionalmente tribuno, conocedor de las artes de la persuasión y la retórica, por ello, los servidores públicos emanados de Acción Nacional (que no andan renunciando al primer cambio de vientos) deben ser hoy más que nunca, mejores oradores, mejores tribunos, excelentes comunicadores, porque el primer paso para reivindicar la política, es dignificar la palabra.
La primera recomendación práctica es dejar de confiarle la redacción de los discursos a los asesores o logógrafos; el buen orador redacta sus propios discursos con pluma y papel en mano destina noches y días para la redacción de un discurso que durará algunos minutos, pero el discurso debe tener contenido, forma y fondo, debe convencer pero también conmover, lograr que el auditorio al que está dirigido haga empatía con el orador y comparta sus puntos de vista o en caso de no hacerlo, llame al diálogo, al debate, al consenso.
El buen discurso debe enchinar la piel, debe captar la atención por su lógica y su belleza, debe cautivar al escucharse o leerse y sólo puede conmover, un orador que habla con sus propias palabras, no aquel que repite como merolico algo que otros más le escribieron.
Los buenos consultores, no hacemos discursos, enseñamos a hablar en público, y eso incluye técnicas para la improvisación en cualquier situación y frente a todo tipo de auditorio. No puedo concebir un político profesional que cuando sea invitado a la tribuna responda que “no tiene nada que decir”.
En política, siempre hay que algo que opinar, un tema que defender, algo que argumentar, ideas para proponer, por eso siempre hay que estar listo, tener la mente ágil para colocar palabras precisas donde antes había silencios.
El segundo paso, es adoptar la lectura con disciplina y pasión: leer antes de dormir o antes de levantarse, después de comer o en lugar de ver la tele. Leer, leer y leer. Leer de todo, leer leyes, periódicos, libros de Historia, estudios de opinión, libros y revistas de todos los intereses, para tener algo que decir, se debe tener mucha cultura que citar. El conocimiento siempre brindará seguridad.
Otro paso imprescindible es ensayar hablando de cualquier tema frente al espejo, es tradición que los maestros de oratoria inician a sus alumnos en este arte, pidiendo que durante varios minutos hablen con conocimiento y profundidad sobre “los lápices” “las chimeneas” “la lluvia” “las manzanas” o cualquier cosa que se le ocurra. Este ejercicio será siempre un referente obligado, para que el día de mañana se pueda disertar 10 minutos sobre reformas estructurales, historia de México o equidad de género, es necesario comenzar hablando 3 minutos sobre cualquier objeto que esté a la vista o se pueda sostener en la mano, eso además de que ejercita la concentración y la descripción nos va quitando poco a poco el miedo de enfrentar a un público si preferentemente se realiza frente a la familia.
La oratoria no es para flojos de conciencia, requiere pensar y dudar, dudar y pensar de todo tema y en todo momento, no podemos ejercitar el arte de la argumentación si no somos capaces de pensar como pensaría nuestro oponente, nuestro contrario y crear argumentos y contra argumentos para vencer siempre en tribuna.
Le recomiendo también, que elabore un mapa de temas con cualquier hoja en blanco, coloque los temas que más le atraen o que defenderá en tribuna, póngalo a la mano, frente a su cama preferentemente y ensaye todos los días mientras realiza tareas comunes, un día a la semana dedique por lo menos 30 minutos en ensayar un discurso de tinte político, el día de mañana que tenga que subir a tribuna estará más preparado y nos evitará la pena de ver oradores que se convierten en simples lectores de discursos escritos.
¡Elevemos el nivel de la política! ¡Elevemos la calidad de las intervenciones en tribuna! Demos de qué hablar y seamos siempre congruentes, entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos.
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