Solidaridad efectiva

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Las imágenes de los refugiados han sacudido al mundo. Tanto en campamentos para desplazados dentro de Siria como en la costa turca, a la llegada a las islas griegas o atajados en fronteras y estaciones de tren. Incluso se ha exhibido a lo largo de los pasillos del Parlamento Europeo una larga lista de 17 mil nombres de personas muertas en su intento por llegar a Europa. El mundo está enterado y está manifestado su solidaridad.

Cientos de miles han expresado su preocupación y mostrado que se puede hacer mucho para aliviar su sufrimiento. Han recolectado alimentos, ropa, medicinas y ofrecido distintos tipos de acogida; los han visitado y buscado hacer más soportable su estancia. Incluso han arriesgado multas por parte de autoridades intolerantes por transportarlos en sus vehículos.

Y es que al contrario de la solidaridad mostrada por los ciudadanos, algunas autoridades, especialmente las de Hungría, han impedido que los refugiados aborden trenes y detenido a ciudadanos que los llevaban hacia Alemania. Mientras autoridades europeas llaman a abrir cupos de refugiados, algunas nacionales no desean cooperar. La solidaridad ciudadana se ve atajada por la actitud negativa de algunos gobiernos.

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Las fronteras nacionales dentro de la Unión Europea (UE) bajo el acuerdo de Schengen debían estar abiertas a todos han servido para administrar el flujo de migrantes de Hungría sin una lógica clara. Parece que el gobierno húngaro sólo busca llamar la atención, complicando la vida a los refugiados. En cambio austriacos y alemanes si cooperan para recibirlos adecuadamente. Falta ver si todos los países de la UE cumplen su parte, pues otros -además de Hungría- ya han manifestado sus reticencias para ofrecer asilo.

Buena parte de los refugiados que están llegado a Europa son de familias sirias con buena educación, que seguramente no tendrán dificultad en integrarse a la sociedad que los reciba. Hablan inglés y tienen estudios que los ayudarán a encontrar trabajo. Otros con menos conocimientos no serán tan afortunados y batallarán para sobrevivir. Cada uno tuvo que pagar entre dos y tres mil dólares a quienes los sacaron de Siria, atravesar Turquía y poder llegar a la UE. Se dice que los traficantes de personas se han embolsado más de 625 millones de dólares con esta crisis.

Muchos europeos, incluso algunos que mostraron solidaridad con los refugiados, están preocupados por el futuro de la cultura europea. Los más radicales piensan que son una cabeza de playa para hacer a los europeos una minoría cuando quienes viven en la miseria en África emprendan el largo camino a la UE. Otros más pensantes opinan que los migrantes le darán nuevo impulso a un continente que envejecerá sin nueva sangre.

Los europeos ya han mostrado su solidaridad, y facilitarán la vida a muchos refugiados, pero si los países del continente americano no colaboran, seguirá el sufrimiento de otros más. México está obligado a promover la recepción de quienes buscan asilo siguiendo la tradición que lo caracterizó en el siglo XX y que tanto prestigio le dio ante el mundo.


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