CDMX salvaje

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Hace meses propuse que la ALDF instalara una mesa para encontrar salida al conflicto Uber vs. taxistas, pero se desoyó la propuesta.

“Taxistas destrozan autos de Uber cerca del AICM”, fue el titular de Excélsior el día 29 de julio. Por su parte, los medios internacionales reportaron el incidente como una escalada de violencia en el conflicto entre Uber y taxistas en la Ciudad de México.

Si bien es cierto que todas las grandes capitales del mundo tienen un lado salvaje, no lo es menos que quizá ninguna como la CDMX y, en general, nuestro país, tengan tanta urgencia de mandar el mensaje al mundo de “no violentos”.

Sin embargo, la realidad se impone y echa por la borda los millones de pesos que el GDF invierte en campañas publicitarias para vender la marca CDMX para atraer inversión y turismo.

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Es verdad que nuestra ciudad no es la única en la que Uber enfrenta la resistencia de taxistas y se reportan incidentes de violencia por el tema. Aunque si este fuera el argumento, sólo nos quedaría decir que “mal de muchos, consuelo de…”.

 

A diferencia de otras ciudades, en la nuestra la autoridad ha demostrado ser contemplativa, incapaz y permisiva.

 

Desde hace varios meses, en este mismo espacio, advertí que si la Semovi, con el entonces ineficaz Rufino al frente y a quien el gobierno local le permitió despedirse del cargo con el supuesto “acuerdo final entre Uber y taxistas”, no lograba una verdadera regulación que disciplinara a las partes en beneficio de los ciudadanos, vendría el enfrentamiento, la violencia y el salvajismo para dirimir el conflicto.

 

Esta semana al menos ocho vehículos adscritos al servicio Uber fueron dañados por un presunto grupo de 250 taxistas con piedras, palos y tubos, cuando se encontraban estacionados en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional, acusándolos de jugar sucio y estar haciendo base.

 

Afortunadamente no hay lesionados y sólo pérdidas materiales. Digamos que ésta pudiera ser la segunda llamada antes de tener un saldo que lamentar verdaderamente.

 

La gravedad radica en que los taxistas convierten en territorio salvaje al AICM y que Uber pudiera estar tratando de burlar a la autoridad.

 

Si Uber hizo base, que lo sancionen, pero que también los violentos vayan a la cárcel. Cero impunidad. El mensaje de que no hay grupos fácticos de poder, que los acuerdos se respetan y que no tenemos un gobierno secuestrado por pandillas, sin duda, que sería la mejor campaña, con el mejor mensaje para atraer turistas e inversiones.

 

El GDF apostó en un primer momento a la manipulación electoral de la solución del conflicto Uber vs. taxistas y perdió. Luego, al acuerdo cosmético y mediático; perdió de nuevo.

 

Hace meses propuse que la ALDF instalara una mesa de diálogo y negociación para mediar y encontrar salida final al conflicto. Pero se desoyó la propuesta y la ambiciosa especulación del relumbrón político se impuso.

 

Estamos ante la tercera llamada y no es de desear la violencia, pero es un hecho que se está imponiendo la CDMX salvaje. Así que urge que la autoridad deje de mirarse en el espejo y asuma que el único mensaje correcto es que: en la CDMX ni salvajes ni abusivos tienen cabida.


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