Brexit: implicaciones de una decisión

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El jueves pasado los ciudadanos británicos acudieron a las urnas para determinar si el Reino Unido debía permanecer o salir de la Unión Europea. Mientras para unos la profundización de la integración con la Unión Europea con todo y amplios flujos migratorios, es parte de la solución a un recesión económica, para otros es precisamente la presencia de estos flujos y la voluntaria cesión de soberanía a Bruselas sobre cruciales decisiones de política económica y en materia migratoria, el origen de la crisis.

A pesar de las encuestas que auguraban un triunfo apretado de la permanencia, y de una enorme movilización a favor de ella por parte del gobierno, el denominado Brexit obtuvo la mayoría de votos alcanzando el 52%. Si bien los resultados de este referéndum no son vinculantes, el gobierno de Cameron se comprometió a honrarlos. Las reacciones no se han hecho esperar y si bien enfatizan el respeto a una decisión asumida en un ejercicio indudablemente democrático, también ponen el acento en la turbulencia económica y la incertidumbre política que generará no sólo en el continente sino en el mundo entero.

El debate sobre si este tipo de decisiones con implicaciones tan serias y de largo plazo, deben ser sujetas a ejercicios de democracia directa en donde la mayoría de los ciudadanos no son especialistas, y discursos incendiarios pero irresponsables pueden orientar un resultado, también se ha abierto.

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El BREXIT tiene ya múltiples consecuencias. En primer lugar, numerosos partidos antieuropeos en Francia, Países Bajos, Austria, Italia y otros países, han comenzado a abogar por referéndums similares para salir de la Unión Europea. Es imposible determinar si tendrán éxito pero al menos esto implica, especialmente ante la dimisión de Cameron y el ascenso político de los “independentistas británicos”, el fortalecimiento de los liderazgos nacionalistas y de ultraderecha en el mundo con todo lo que ello representa, por ejemplo, para las posiciones ante el fenómeno migratorio y para la protección de los derechos humanos de los migrantes. No en balde, el propio candidato republicano a la presidencia en Estados Unidos, Donald Trump, celebró la decisión británica. En segundo término hay un efecto económico inmediato de caída de los mercados bursátiles en el mundo y de medidas para contrarrestar una recesión prácticamente inevitable de la mano de un nuevo periodo de volatilidad financiera. Esto es apenas el resultado de una expectativa pesimista sobre lo que, en dos años aproximadamente -precisamente el periodo que establece el artículo 50 del Tratado de Lisboa para cualquier proceso de separación voluntaria- será una nueva realidad británica en Europa: aranceles, controles migratorios, visas y un alza de impuestos que se antoja indispensable para compensar la pérdida de empleos, inversiones y oportunidades de negocios. Conviene recordar que el 45% de las exportaciones británicas al mundo se concentran en la Unión Europea. En tercer lugar, otro efecto inmediato es una reformulación estratégica en Europa donde los esfuerzos comunitarios más importantes deberán ser asumidos por Francia y Alemania y donde, tanto para fines económicos como militares, se habrá perdido la presencia de una potencia crucial para la estabilidad y el liderazgo regional.

Para México las implicaciones están por identificarse con claridad. De entrada ya ha producido un recorte al gasto público para hacer frente a repercusiones económicas globales. En todo caso, las relaciones bilaterales, vigentes y sólidas como siempre han sido, deberán fortalecerse sin perder de vista que tanto en la Unión Europea como en el Reino Unido México tiene dos socios estratégicos indispensables.


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