Pues ayer terminaron las elecciones, pero comenzaron los problemas. Por lo menos hasta el momento en que se tuvo que enviar este artículo, los resultados eran de pronóstico cerrado en varias entidades. Eso significa que las próximas semanas estaremos rodeados de reclamos electorales de un partido y del otro —básicamente entre el PRI y el PAN, algo que le quede al PRD y a Morena en su permanente denuncia—. Es probable que alguna de esas elecciones se vaya a tribunales y no será sino hasta dentro de algunos meses el resultado final y quizá hasta la anulación de alguna.
Por lo pronto queda decir que algunas cosas deben cambiar en las campañas. El gran problema de la guerra sucia es que no hay manera de contrastar realmente a los candidatos. Los debates son de un acartonado que son más útiles como ayuda para vencer el insomnio que como herramienta democrática. Las entrevistas en los medios por lo general son malísimas y obligan a los conductores a entrevistar dos o más candidatos para que nadie se queje. La cantidad de spots satura a la audiencia y el resultado es que las campañas resultan aburridísmas.
Sin embargo, hay que destacar que se trataron, por lo general, de resultados cerrados, elecciones competidas que en sí mismas fortalecen la vida democrática de nuestro país. Ayer en la noche todos se declararon vencedores ante resultados inciertos. La competencia entre PAN y PRI ha sido dura en la mayoría de los estados, Morena se desempeñó de manera sorpresiva para muchos y el PRD sigue en su vertiginoso camino rumbo a ser un partido pequeño.
El PRI no parece haber llegado a las nueve gubernaturas a que se comprometió su líder Manlio Fabio Beltrones. Aunque de cualquier manera es un partido fuerte, parece que tiene en contra mucho más de lo que supone.
El PAN parece tener buenos resultados. Su reflexión puede girar en cómo adaptarse al momento actual con un PRI a la baja. Pero parece suelto en su discurso y quizá se avecina su recurrente tema de divisiones internas.
En fin, que con la poca información disponible, el gran perdedor de estas elecciones es el PRD y el pésimo y antidemocrático modelo de comunicación política.
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