Algo no checa

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Nadie puede negar que Jaime Heliodoro Rodríguez supo estar en el lugar indicado a la hora indicada, y con el mensaje indicado para ubicarse como el campeón justiciero que debía ganar la Gubernatura para poner en orden al estado de Nuevo León. Prometía cobrar las facturas debidas por Rodrigo Medina y —no sabemos cuántos más— subalternos o posibles cómplices.

Tampoco se puede negar que “El Bronco” tuvo la capacidad para iniciar chiquito y armar una red de voluntarios que a su vez atrajo apoyos económicos importantes que luego le permitieron crecer su red mucho muy por encima de lo que los politólogos creyeron posible. Este círculo virtuoso generó un millón de votos, alimentado por un deseo muy claro de los votantes: cárcel a corruptos.

Fenómenos de este tipo se conocen como crecimientos exponenciales. La mejor manera de explicarlos es con una metáfora. Todos los políticos que competían con él usaban máquinas de vapor. “El Bronco” inventó el motor de gasolina en el momento en que se acabó el carbón y el petróleo brotaba a borbollones del suelo. Con poquito esfuerzo pudo producir su propia gasolina y dejar atrás a los contendientes estancados en el polvo.

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El motor de “El Bronco” fue su uso experto de las redes sociales. La Broncomanía se extendió “como reguero de pólvora”. Luego vino el éxtasis del triunfo.

Antes de seguir hacia la “complicación” que contradice el antecedente arriba narrado, debo aclarar que es equivocado concluir que “un líder incendió a las masas con su discurso y las llevó a tal o cual resultado”. En la visión moderna, son las masas disgustadas las que encuentran la manera “producir” al líder que el momento demanda.

O sea, que Jaime Rodríguez no era un líder en Nuevo León, y nunca lo había sido. Sus ratings de años atrás eran casi nulos. Esto lo puedo decir porque el propio PRI le negó toda importancia. Él mismo se reconoció poco importante al solicitar una Diputación local y no tener tras de sí la fuerza para obtenerla.

No quiero decir que estamos frente a la fábula del burro que tocó la flauta por accidente. Lo que digo es que, simplemente, al ser rechazado jugó una carta que las condiciones existentes elevaron como espuma de cerveza. La espuma es nada, es aire. Las burbujas están hechas de cerveza hueca, valga la expresión. El Pueblo generó la espuma sabiendo que haría que los pesados partidos se hundieran en ella. Arriba, a la vista, quedó solo la blanca espuma de la esperanza.

Acelero la película: “El Bronco” cree tener el “know how” de su victoria, y cree que la fórmula es replicable. La vende por todo el País. Entra con fuerza a una inédita lista de pre-precandidatos presidenciales y toma una posición envidiable llegando al 15 por ciento de intenciones de voto.

Pero como digo en el título de esta colaboración, algo no checa.
En una encuesta reciente, “El Bronco” no solo no ha logrado crecer su porcentaje de apoyo hacia una candidatura independiente, sino que ha caído a la mitad de lo que tuvo en un momento óptimo. No es porque haya tantos contendientes independientes, sino porque la magia que lo propulsó se ha estado desvaneciendo.

“El Bronco” está tratando desesperadamente de sacar nuevos conejos del sombrero. Que si apoyos el campo, que si cobijas milagrosas, que si transporte gratuito para todos. Cada proyecto, sin sustento en una visión o un plan que se vea congruente. Como en el futbol americano, a ver raza: “Pase al chile, bola al Hike!”

Los éxitos claramente no alcanzan a disfrazar el peso de la falta de organización, la falta de recursos que no ha sido superada y falta de comunicación de un proyecto compartido y aceptado.

En el fondo, “la raza” sigue esperando la acción justiciera. Para proyectos demagógicos y ruinosos, el PRI o el PAN o el PRD o Morena podrían hacerlos y hasta mejores.

La raza pide justicia. Esto es lo que no ha habido y por eso la supuesta candidatura presidencial simplemente ya no checa. A nadie le checa.


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