A golpes para que aprendan

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Por: Aminadab Pérez Franco

Si usted amiga o amigo lector fuera un activista radical, feminista de pañuelo verde, anarquista de ocasión, manifestante recurrente en los onomásticos de la izquierda, cliente frecuente de las marchas que no son tales si no vandalizan, pintarrajean monumentos o rompen las vitrinas de negocios capitalistas como los bancos o las tiendas de comida rápida de cadenas trasnacionales, le recordamos que en la Ciudad de México contaría desde luego con todas las garantías de que los cuerpos de seguridad están para brindarle las salvaguardas necesarias para que pueda violentar cómodamente todos los preceptos de la Ley de Justicia Cívica y algunos del Código Penal o de la propia Constitución Política de la Ciudad de México, sin peligro ni responsabilidad de pisar el Juzgado Cívico, la Cárcel o tener que reparar los daños causados en propiedad pública o ajena.

Pero eso sí, no sea usted un alcalde de oposición a MORENA, votado por cientos de miles de ciudadanos de su demarcación territorial, porque entonces se convierte automáticamente en un o una peligrosísima figura desestabilizadora que estará en la mira del legítimo aparato represivo del orgulloso gobierno izquierdista y morenista de la Capital, cuya misión es defender la paz en la “ciudad de las libertades”, “de la democracia popular” y del “proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador”.

No, las imágenes de ayer no se trataban del gobierno represor de Nicolás Maduro impidiendo que el líder opositor Juan Guaidó arribara a la Asamblea Nacional; tampoco fueron de la dictadura cubana tratando de aplastar a la disidencia movilizada por el grito “Patria y vida”: lo que vimos ayer 30 de agosto en las calles de Donceles fue el talante autoritario y violento de un gobierno que no obstante haber llegado al poder por la vía de las urnas, reacciona golpeando al voto popular mediante el cobarde recurso de amenazar y agredir físicamente a las nuevas autoridades locales de la Ciudad de México electas mayoritariamente, por la única razón de que derrotaron a los candidatos oficiales de MORENA el pasado 6 de junio.

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La violenta bienvenida que le deparó el Gobierno de la Ciudad de México a los futuros alcaldes de oposición no sólo ha sido una vergonzosa muestra de inmadurez política, sino un evidente signo de revanchismo y despotismo que no se vio en las gestiones de Rosa Icela Rodríguez ni en la de don Alfonso Suárez del Real, pero que aparece hoy cuando un personaje traído al cargo de Secretario de Gobierno para responder políticamente a la peor derrota electoral de la izquierda en la capital mexicana desde 1997, decide asestar su primer golpe para que los alcaldes de oposición vayan aprendiendo que el actual gobierno prefiere los trancazos al diálogo.

¿Dónde estuvo la provocación? El Gobierno de Claudia Sheinbaum que lo fue la decisión de los alcaldes opositores de hacer una rueda de prensa y de marchar rumbo al Congreso de la Ciudad. Pero la provocación fue la convocatoria a un periodo extraordinario de sesiones de última hora, para reformar al vapor las ya de por sí escasas facultades y atribuciones de las Alcaldías de la Ciudad de México, con miras a quitarles capacidades y presupuestos. Eso de que los alcaldes y los concejales sean funcionarios de elección popular no impide que al Gobierno capitalino los mire como organismos descentralizados o como meras sucursales y tenga miedo de que una limitadísima buena gestión de algunos de ellos le abra los ojos a los capitalinos sobre la hipertrofia e ineficiencia del gigantesco aparato del gobierno central de la Capital.

Para que no quede duda: el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México es un Poder Ejecutivo que tiene más facultades y más presupuesto que cualquier gobernador del país; en contraparte, los alcaldes capitalinos tienen menos funciones que los presidentes municipales, así sea el del municipio más pobre del país, además de que tienen vetado el derecho a acceder al Sistema Nacional de Coordinación Fiscal que les garantizaría al menos migajas presupuestales.

No, en la Ciudad de México las Alcaldías no reciben participaciones federales, no cobran el impuesto predial o los derechos a la propiedad inmueble o las tarifas por la prestación de servicios que sí pueden recaudar todos los ayuntamientos del país y, por lo tanto, están sujetos al mínimo porcentaje que les otorga la “Hacienda Centralizada” definida en la Constitución de la Ciudad a favor del gobierno central y que hoy los diputados locales respondiendo a las consignas revanchistas quieren reducirle todavía más a las alcaldías de oposición sean para paralizarlas y todas las obras y acciones las hagan los chalecos verdes de la jefa de Gobierno para promover el voto.

Y por si fuera poco el hecho, el secretario de Gobierno, Martí Batres, no pudo siquiera guardar las formalidades y asumir las responsabilidades propias de su encargo y como disfrutando el incidente declaró de manera cínica y ridícula: “Nos hubieran avisado para facilitarles las cosas”, “fue la presidenta del Congreso -la panista Patricia Báez- quien solicitó resguardar el recinto con granaderos”.

Ahora resulta que el titular de Gobernación de la Capital no está enterado de los asuntos políticos de la Ciudad, ni de la iniciativa de reformas de último minuto en el Congreso, ni de la formación de la Asociación de Alcaldes de Oposición, además de que ignora que los granaderos saben ejecutar perfectamente los protocolos para saber a quién pegarle y a quién no, a quien robarle los teléfonos para que no saturar las redes sociales con imágenes negativas y cómo identificar a las figuras públicas y abrirles o cerrarles el paso con precisión.

Tan bien ejecutan las órdenes los granaderos bajo el mando de García Harfush, Batres y Sheinbaum, que la morenista Guadalupe Chavira quien el fin de semana ya había rendido protesta como diputada federal se presentó en el Congreso Capitalino a respaldar las reformas de última hora promovidas por su partido  y su gobierno, mientras que los panistas Margarita Saldaña y Mauricio Tabe, alcaldes electos de Azcapotzalco y Miguel Hidalgo, pero aún diputados locales en funciones, no pudieron acceder al pleno en Donceles pues les fue impedido el paso al igual que los demás alcaldes opositores.

Así inicia la segunda mitad de los gobiernos de MORENA. Sin resultados, sin instituciones y sin talante democrático. Puro populismo, dimes y diretes, actitudes sectarias y facciosas, a las que se suman hoy la cerrazón y la ruptura. Es dudoso que haya una rectificación a grado tal que se retiren las iniciativas de última hora, que se ofrezcan disculpas y diálogo o que se restablezcan la comunicación y el entendimiento. El Gobierno Capitalino se convertirá en el enemigo no sólo de los alcaldes de oposición sino que perjudicará de paso a quienes votaron por ellos. La actitud mostrada no es democrática, institucional o responsable. Es la minúscula reacción de una izquierda incapaz siquiera de asumir sus propia lucha por la justicia y la equidad.


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