Hoy, 8 de marzo de 2025, las calles de México se llenaron de mujeres hartas, de gritos que retumban, de una furia que no se apaga. Miles marcharon en la Ciudad de México y otras ciudades, exigiendo lo que debería ser obvio: parar la violencia, los feminicidios, la desigualdad. Pero en Palacio Nacional no hay respuestas, solo cercas. Altas, frías, metálicas, como si el gobierno tuviera miedo de enfrentar a esas mujeres que ya no se callan. Y mientras las vallas se alzan, el discurso seudofeminista de Claudia Sheinbaum y Morena suena más hueco que nunca. Hablan de «transformación», de «bienestar», pero la realidad es un puñetazo en la cara: este país está fallando a sus mujeres, y las pruebas están a la vista.
Cercas contra la verdad
El gobierno levantó barricadas alrededor de Palacio Nacional como si fueran a proteger algo sagrado. ¿Qué esconden? No es la seguridad del pueblo, eso seguro. Es el miedo a que esas voces entren, a que las pintas en las paredes digan lo que ellos niegan: que este régimen ha traicionado a las mujeres que dice defender. Mientras las manifestantes gritaban «¡Ni una más!» en el Zócalo, la Secretaría de Seguridad reportó 2 mil policías vigilando, sin toletes, dicen, pero con la orden de contener. ¿Contener qué? ¿La rabia de un pueblo que ve más de 700 feminicidios al año, según el INEGI de 2024? ¿La desesperación de quienes saben que 10 mujeres mueren asesinadas cada día? Esas cercas no son defensa, son una confesión de culpa.
El cuento feminista que se cae a pedazos
Sheinbaum y su coro de Morena se llenan la boca con palabras bonitas: «Somos el gobierno de las mujeres», «la Cuarta Transformación las protege». Pero es puro teatro. ¿Dónde está esa protección cuando las mujeres con cáncer se mueren por falta de medicinas? En 2024, 1.5 millones de pacientes —muchas de ellas mujeres con cáncer de mama o cervicouterino— se quedaron sin tratamientos porque el sistema de salud está en ruinas. El IMSS tiene 20 mil plazas de doctores vacías, y las quimioterapias son un lujo que no llega. La «Farmacia del Bienestar» es otro elefante blanco, una promesa vacía que no surte ni un paracetamol. ¿Eso es feminismo? No, es abandono con aplausos.
Ayudas sociales: la trampa del bienestar
Y luego está el gran engaño de las ayudas sociales. Por un lado, te dan dinero en efectivo para los más pobres —pensiones, becas—, y la gente aplaude porque algo cae en el bolsillo. Pero por el otro, te quitan lo esencial. En 2019, Morena canceló las estancias infantiles que daban respiro a madres trabajadoras; 300 mil niños y sus familias se quedaron sin ese apoyo, según el Coneval. ¿Y las medicinas? El 80% del presupuesto 2025 —9.2 billones de pesos— se va en deuda, pensiones y transferencias, dejando migajas para salud y educación. Te dan 2 mil pesos con una mano y con la otra te condenan a muerte por no tener un hospital decenteni medicinas, ni doctores. Eso no es ayuda, es una estafa envuelta en propaganda.
La realidad que no tapa una verbena
Mientras las mujeres marchaban hoy, el gobierno intentó opacarlas con su «verbena popular», una fiesta absurda para celebrar una supuesta victoria contra Trump. Mariachis, tambores, sonrisas forzadas. Pero no hay fiesta que tape el desastre. Las mujeres con cáncer siguen sin quimioterapias, las madres sin estancias infantiles, las trabajadoras sin seguridad. En Nezahualcóyotl, la policía reprimió a las manifestantes, mostrando la verdadera cara de este régimen: palabras de igualdad en la boca, garrotazos en las calles. Y en el Zócalo, las vallas de Palacio se alzaban como un símbolo de lo que son: un gobierno que se encierra para no escuchar, que prefiere el ruido de una pachanga al grito de las que mueren.
Un país que no aguanta más
Este 8M no fue solo una marcha, fue un rugido. Las mujeres de México están cansadas de discursos vacíos, de promesas que se esfuman, de un feminismo de papel que no salva vidas. Las cercas de Palacio no detienen la verdad: este gobierno ha fallado a las que dice representar. Mientras Sheinbaum habla de «transformación», las mujeres con cáncer buscan medicinas en la basura, las madres luchan solas y las víctimas de feminicidio se apilan en las estadísticas. Esto no es progreso, es traición. Y las calles lo saben. ¡Despierten! El México de las mujeres no se rinde, pero tampoco olvida.
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