El eco de la humanidad
Desde que Guglielmo Marconi inventó el telégrafo inalámbrico en 1895, y de forma continua con la televisión, la radio y las comunicaciones por satélite, hemos creado una burbuja de ondas electromagnéticas que viajan a la velocidad de la luz, expandiéndose por el cosmos. Esto significa que nuestros programas de radio y televisión más antiguos, como las transmisiones de la Copa Mundial de 1930 o incluso la toma de posesión del presidente John F. Kennedy en 1961, están viajando por el espacio profundo.
A esta burbuja de radio se le conoce como la «esfera de radio» o «la radioesfera» y actualmente tiene un radio de aproximadamente 130 años luz (la distancia que la luz ha recorrido desde 1895). La estrella más cercana, Próxima Centauri, está a solo 4,22 años luz de la Tierra, por lo que si tuviera una civilización, ya habrían recibido una buena parte de nuestro contenido más antiguo. Pero, ¿qué pasa con civilizaciones más lejanas? Los astrónomos creen que en nuestra galaxia, la Vía Láctea, hay millones de planetas que podrían albergar vida, e incluso civilizaciones. ¡Imaginen que una de ellas estuviera esperando la señal correcta!
Si alguna civilización extraterrestre ha recibido nuestra señal, ¿qué habrá pensado? Probablemente, los primeros programas de televisión con sonido en blanco y negro, como los de la década de 1950, les resultarían tan extraños como a nosotros un jeroglífico egipcio. El gran problema es que nuestra señal es muy débil a esas distancias y para decodificarla se requeriría de una tecnología muy avanzada y de un gran plato receptor. Aún con esos obstáculos, no perdamos la esperanza de que en algún lugar del cosmos una civilización esté escuchando.
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