Revocación de mandato y elección, algo no cuadra

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El hecho de que diputados de Morena y su coordinador, Ricardo Monreal, impulsen la iniciativa para unificar las elecciones federales de 2027 –que renovarán 500 diputaciones, 16 gubernaturas y miles de cargos locales–, con la elección judicial y la consulta de revocación de mandato, es, en sí mismo, motivo de sospecha sobre sus verdaderos objetivos.

Este escenario se plantea a pesar del deseo de muchos de que las recientes manifestaciones –algunas pidiendo la revocación de la presidenta Sheinbaum–, las cifras de encuestas que señalan que la corrupción se tolera en lugar de combatirse, y la inseguridad como principal preocupación ciudadana, se traduzcan en un voto de castigo para el gobierno. No obstante, este optimismo opositor podría carecer de bases en la realidad.

Si esta iniciativa prospera, el país estaría ante una elección sumamente compleja, con una sobrecarga de candidaturas que podría confundir al electorado. El riesgo es repetir la experiencia de la pasada elección judicial, marcada por una baja participación y el uso de guías de voto (acordeones) que coincidieron con los ganadores, lo que sugiere una alta inducción del voto.

Además, la oposición –tras una reciente ruptura en su coalición– luce dispersa, desorganizada y sin una estrategia clara para enfrentar este complejo escenario electoral.

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Lo ideal sería que la oposición alcanzara un acuerdo para participar en alianza en los siguientes comicios, impulsando una estrategia con puntos concretos: ofrecer al electorado una propuesta interesante, garantizando la continuidad de los programas sociales; impulsar la revocación de mandato, basándose en los múltiples ejemplos recientes de corrupción del partido en el poder y el abandono de la seguridad pública; y denunciar las maniobras del oficialismo para ganar elecciones en lugar de resolver los problemas del país.

Sin embargo, lo más probable es que Movimiento Ciudadano continúe con su idea de que ir en solitario le dará más réditos y rechace la alianza con otros partidos. Para Acción Nacional (PAN), esta es la oportunidad de demostrar que su relanzamiento fue serio y no cosmético, aunque es posible que no pueda revertir su tendencia decreciente de votos a menos que ejecute una estrategia completamente diferente. El PRI, por su parte, enfrentará su primera elección en solitario, cargando con los problemas que le han restado votos en anteriores contiendas.

A este panorama se suma la presencia de nuevos partidos que actualmente buscan su registro, cuya participación se confirmará el próximo año tras la evaluación del INE. De estas nuevas fuerzas, algunas impulsarán la permanencia de la presidenta Sheinbaum y apoyarán la estrategia electoral del oficialismo (sin aliarse directamente con Morena), atacando a la oposición. Otras, en cambio, buscarán sumarse a la exigencia de revocación de mandato.

En resumen, esta situación hará que el votante reciba demasiada información, con una gran cantidad de candidatos, argumentos encontrados sobre la revocación de mandato, y los cargos judiciales en disputa.

En conclusión, todo lo anterior describe una jornada electoral compleja que, con las maniobras de Morena y aliados, podría incentivar el abstencionismo. Esto confirmaría que el único interés del partido oficial en el escenario político son las elecciones, no la gobernabilidad.

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