Renuncias panistas

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Tras la elección del nuevo presidente nacional del partido -conscientes del momento, circunstancias, reglas y condiciones en las que decidimos competir-, los que integramos la Rebelión de las Bases, nos reunimos en una Asamblea Nacional Deliberativa para evaluar el proceso y definir las acciones subsecuentes al empeño con el que irrumpimos en esa campaña: Nuestra firme decisión de liberar a Acción Nacional del secuestro en el que lo tienen los cárteles políticos, asociados en el consorcio que postuló como candidato a Ricardo Anaya, y cuyo capo principal es Rafael Moreno Valle, gobernador de Puebla.

No hubo desilusionados, porque nunca fuimos ilusos. Atendimos un deber de conciencia para acudir en un momento crucial de la vida del PAN y contra toda una maquinaria corporativa y clientelar -también ya muy corrompida-, a expresar desacuerdos con la forma en la que se ha conducido al partido y propósitos de rescate y reencuentro con principios y valores. Nos dimos cuenta por supuesto que el empeño por rescatar la esencia de Acción Nacional es mucho más difícil de lo que suponíamos, y que en la espiral del pragmatismo que ya no reconoce ni siquiera los mínimos éticos, ese propósito puede tornarse en próximos años prácticamente imposible.

Aún así, decidimos permanecer dentro del partido y seguir generando una reflexión crítica sobre las desviaciones y deslealtades doctrinales y desplegar en todos los ámbitos del partido una acción de exigencia para retornar a la legalidad, la transparencia, el combate a la corrupción y la limpieza del padrón interno. Dimos forma al movimiento que se había alzado en la campaña y constituimos una corriente que hemos denominado ADN-PAN: Acción Democrática Nacional. Este viernes pasado constituímos el primer capítulo estatal, en Veracruz. La próxima semana lo haremos en Sinaloa.

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La asamblea deliberativa clarificó nuestro potencial democratizador para México: Contamos con los mejores y más prestigiados liderazgos del panismo en el país; su articulación es necesaria para la lucha contra la regresión autoritaria que la dirigencia nacional está imposibilitada de librar. El debate fue un acontecimiento que ya no se veía en el partido; fueron espléndidas nuestras discusiones. Resolvimos quedarnos en el PAN, toda vez que hubo propuestas de salirnos y fundar otro partido. Acordamos el plazo de un año para evaluar si realmente se producen acciones que rectifiquen la conducta de nuestros dirigentes, se retoman los valores de la democracia y la honestidad, así como la oposición al gobierno de Enrique Peña Nieto y el corrupto grupo priísta que desgobierna a México. Transcurrido ese tiempo, se dijo, debemos analizar con toda franqueza y honestidad si se convierte en hechos la promesa de regeneración del nuevo presidente del PAN y su equipo.

Ninguna de las acciones que supone esa recuperación -sea renovación, regeneración o reconstitución- aparecen por algún lado. Por el contrario, el nuevo presidente del partido decidió la semana pasada enquistar formalmente al gobernador de Puebla como coordinador de la Comisión Política del PAN, la instancia que define la estrategia política y el posicionamiento partidista frente a la cotidianidad. Podría asegurar que Anaya no lo hace con gusto, pero el joven presidente es uno más de los rehenes del espionaje político de Moreno Valle, por sus conductas también vulnerables. Pero ese es precisamente parte del drama que vive nuestro partido.

Nombrar al jefe del grupo priísta que actúa dentro del partido y dentro de las bancadas legislativas, al frente de uno de los órganos más importantes del funcionamiento de Acción Nacional, ha desinflado la esperanza. La integración que ha hecho Anaya de los órganos de dirección ha reducido la expectativa de cambio y provocado la decisión de varios compañeros de abandonar las filas. Esta semana nuestro movimiento tuvo dos considerables bajas, los liderazgos que encabezaron la rebelión en Puebla y Coahuila: Ana Teresa Aranda y José Angel Pérez.

Ana Tere Aranda decidió irse después de 26 años de militancia, “por la presencia de facciones y pérdida de congruencia de los principios del partido”, argumentó.

Sin demora para la acción cívica, y entrona desde siempre, Ana Tere Aranda ha librado en los últimos años una batalla contra el autoritarismo de Moreno Valle, acaso porque fue formada precisamente en el PAN, donde tuvo los más diversos cargos: Integrante del Comité Ejecutivo Nacional; secretaria de Acción Ciudadana y Promoción Política de la Mujer. En 1997 Ana Tere fue diputada federal, en 1998 fue nuestra candidata a la gubernatura de Puebla. Se desempeñó también como titular de la Secretaría de Desarrollo Social y en 2008 fungió como subsecretaria de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación.

Hoy el PAN ya no la tiene entre sus filas pues señaló: “El poder tuvo su impacto en el partido, muy pronto los logreros y los oportunistas hicieron acto de presencia y se empezó a privilegiar la conveniencia facciosa por encima de las trayectorias…”.

Mediante una carta que leyó en rueda de prensa expresó que “Puebla es quizá el ejemplo más acabado de la incongruencia del PAN”, esto luego de advertir que siempre se opuso a que se permitiera la entrada de Moreno Valle porque a todas luces se veía venir lo que hoy ocurre”; “El PAN tiene dueño. A nivel local y nacional se ha convertido en una franquicia de intereses mezquinos que no tienen ningún reparo en pisotear una y otra vez todo lo que juramos defender.”

José Ángel Pérez, es otra biografía panista que cala, no sólo por el prestigio de su extraordinaria gestión como presidente municipal panista de Torreón, sino por ser uno de los integrantes de la Comisión Nacional de Doctrina. El pasado 15 de octubre nos sorprendió con la decisión de abandonar el partido luego de 20 años de militancia. No lo hizo solo, se fueron con él su esposa y su hijo luego de que expresara: “Hoy mi familia y yo hemos decidido renunciar a la militancia del Partido Acción Nacional, por lo que hago de su conocimiento este suceso, la causa es: Que los dirigentes del PAN, se apartaron no sólo de los principios y valores de Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna, sino de las causas ciudadanas, por ello he decidido luchar desde las trincheras ciudadanas”. Además de consejero estatal, José Ángel formaba parte del Consejo Nacional del Partido.

Inmediatamente después del proceso que renovó la dirigencia nacional, se sucedieron otras renuncias; la misma noche de la jornada electoral del 16 de agosto, Tere García de Madero renunció a sus 31 años de militancia en el PAN. Fue candidata en el proceso a dirigente estatal y denunció que hubo “múltiples trampas y actos desleales entre los demás aspirantes y sus equipos de trabajo”.

“Cuando yo me animé a entrar a la contienda aseguré que íbamos a dar respiración de boca a boca a un PAN en agonía, pero hoy el enfermo se nos quedó en la mesa. El partido muere en paz”, así lo expresó quien fue presidenta municipal de San Pedro Garza García, Embajadora de México en Canadá. Tere se desempeñó también como diputada local y miembro del Comité Ejecutivo Nacional del PAN.

Esa misma semana, el 18 de agosto, Jesús Ramírez Rangel, ex compañero diputado federal, con 20 años en el Partido, decidió renunciar en lo que llamó “un acto de liberación personal”.

Chuy Ramírez Rangel es un líder muy valioso; al interior del PAN desarrolló trabajos muy importantes. Fue Consejero Estatal y Consejero Nacional, Secretario Técnico de la Comisión de Asunto Internos del PAN; Secretario Técnico de la Oficina de la Presidencia de 2003 a 2005 y Diputado Federal en la LXI Legislatura, entre otros cargos.

En una larga carta dirigida a Ricardo Anaya, da sus motivos  para tomar esa decisión personalísima: “Los intereses que te llevaron la dirigencia nacional te superan. El eje rector de este mal es la corrupción, la cual sólo se puede combatir con un eficiente sistema de justicia, que en México no sirve para nada y sólo produce un 98% de impunidad. El sistema de justicia solo podrá ser eficiente cuando se democraticen las estructuras de poder autoritario que no logramos desmantelar. Estructuras que debimos eliminar en el gobierno, pero en vez de ello se dio un cortejo perverso que terminó por contaminar, enfermar y aniquilar la esencia del PAN. […]Me llevo conmigo al PAN: Su esencia, su mística, sus valores, que ustedes decidieron desmantelar”.

El 19 de agosto,  vino la renuncia de otro panista con trayectoria partidista y en el servicio público: Eugenio Peña Peña. Señaló que tanto Ricardo Anaya, como Mauro Guerra Villarreal, actual presidente estatal del partido, pertenecían a grupos de poder al interior del PAN que “nos han llevado a la peor crisis interna y al mayor descrédito frente a la ciudadanía de que se tenga memoria”.

En su renuncia expresó: “Debido a esta irresoluble descomposición que sufrimos, el descrédito y la triste imagen que proyectamos, es que he decidido tomar esta determinación. Resulta incompatible con nuestra vocación de libertad, de democracia, de combate a la corrupción y lucha contra la desigualdad, el permanecer en un partido tan alejado de su historia, de sus principios de doctrina…”.

Eugenio fue miembro activo de Acción Nacional desde 2006, participó en la Dirección Jurídica del Comité Estatal en Tamaulipas, se desempeñó como subdelegado federal del Trabajo en Reynosa y fue candidato a diputado federal por el PAN.

No ha habido semana, desde que Ricardo Anaya asumió la dirigencia nacional en la que no se haya producido una renuncia relevante dentro del partido en algún Estado de la República. Las más recientes son las que he dado cuenta al principio y la que también dio a conocer Erwin Jorge Areizaga Uribe, ex regidor del PAN en Tijuana, que el 28 de septiembre presentó su renuncia al partido: “Me voy triste  y desilusionado de la institución política a la cual he pertenecido por casi dos décadas”.

Mediante una carta expresó que su decisión se debía a que “es inconcebible que la autoridad partidista al más alto nivel solape lo que combatimos por décadas y en muchos de los casos sea el orquestador de estos penosos hechos. Evidentemente los partidos políticos no han cumplido con el compromiso adquirido con la sociedad pero lo más triste aun es que el Partido Acción Nacional ha sido omiso, responsable y copartícipe de hechos lamentables”.  Areizaga señaló que el partido está “secuestrado” por gente que sólo busca beneficiarse personalmente.

La renuncia sorpresiva fue la de Jonathan García Uribe, ex líder juvenil nacional del partido; anunció en su cuenta de Facebook el pasado 13 de octubre que también dejaba al partido: “Dejé de sentir, soñar y pensar que representaba la opción adecuada para llevar a México por el rumbo correcto. El PAN dejo de lado sus principios y olvidó el hecho por el cual se fundó, es triste que los actores políticos dejaron de ser ejemplo para las nuevas y futuras generaciones”.

Comprendo a cabalidad los sentimientos de la desilución, el desánimo y el pesimismo, pero estoy convencido que faltan batallas que dar todavía aquí adentro del PAN. Fuimos a una batalla importante, pero de última hora, no a una definitoria, ni mucho menos a nuestra batalla definitiva. Sé que hay muchos otros compañeros que quieren hacer lo mismo; he opinado en el chat de nuestro movimiento que debemos darnos el tiempo que acordamos en la asamblea, un año, para “decidir lo que sea mejor para México”, y nunca renunciar a la esperanza. Pensando por supuesto en seguir participando para influir decididamente en cambiar esta trágica realidad de pobreza, injusticia y opresión. Para desmantelar el régimen autoritario y corrupto en el 2018, con nuestros valores, con nuestros principios.

Estoy consciente que seguimos viendo más de lo mismo y que lo de Moreno Valle es un balde de agua fría que nos echó el presidente del partido, sin embargo debemos acreditar esos hechos, en el tiempo que nos impusimos.

Nuestro movimiento es de hombres y mujeres libres; cada quien es responsable de sus decisiones, muy respetables, porque esas consideraciones las comparto casi totalmente, yo mismo veo cómo se van cerrando las posibilidades de que podamos recuperar al PAN como un instrumento al servicio de la sociedad. Lo que ahora mismo vivo en el Senado me confirma que hay compromisos muy fuertes con el gobierno que imposibilitarán recuperar por lo menos el talante opositor del partido en ésta época de profunda corrupción política y  regresión autoritaria. Decía González Luna que el hombre es obrero de sí mismo. El universo material nos da sólo tiempo, escenario, materiales para labrar, a golpes de inteligencia y libertad, camino y destino.

Y al recordar al inseparable compañero de Gómez Morín en la obra fundadora de Acción Nacional, recupero para ese momento doloroso que debe significar para nuestros compañeros renunciar al partido que los formó, la incuestionable verdad sobre la única misión humana indeclinable, que es el deber político, ejercer la ciudadanía. “Abandonarla es poner en peligro la dignidad, la integridad personal, la familia, la libertad, la justicia, la paz, el orden, el destino propio y el de los seres que más amamos, el de nuestra familia, el destino propio y el de la comunidad más amplia, plena, rica, fecunda, que es la Patria”.

“Hay una misión, hay un deber, que no puede renunciarse, porque si respecto de ellos nos hacemos disimulados; si permitimos que sean inmunemente violados, es lo mismo que si estuviéramos aceptando nuestra propia esclavitud y que por cobardía estuviéramos vendiendo lo que de más sagrado tenemos aquí y mas allá. Me estoy refiriendo al deber político; me estoy refiriendo al bien común”.

Se puede dejar de ser panista de credencial, pero no de corazón y alma.


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