La relación entre religión y política en México en 2025 es compleja y está marcada por la tensión entre el principio de laicidad del Estado y la influencia cultural y social de las religiones, especialmente el catolicismo y el creciente evangelicalismo. México es un Estado laico desde las Leyes de Reforma del siglo XIX, reforzado por la Constitución de 1917, que prohíbe a las instituciones religiosas participar directamente en la política electoral o promover candidatos. Sin embargo, la religión sigue siendo un factor relevante en la esfera pública.
Aspectos clave:
- Laicidad formal, pero influencia cultural: Aunque la separación entre Iglesia y Estado es un pilar constitucional, las creencias religiosas, sobre todo católicas (que representan cerca del 78% de la población según el censo de 2020), influyen en debates sobre temas como el aborto, el matrimonio igualitario y la educación sexual. Las iglesias evangélicas, que han crecido al 11% de la población, también han ganado peso en estos temas, a menudo alineándose con posturas conservadoras.
- Participación indirecta de actores religiosos: Las iglesias no pueden respaldar abiertamente a partidos o candidatos, pero líderes religiosos y feligreses participan en la política a través de asociaciones civiles o discursos que moldean la opinión pública. Por ejemplo, en las elecciones de 2018, el Partido Encuentro Social (PES), de raíces evangélicas, apoyó a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), lo que generó controversia por su mezcla de religión y política.
- AMLO y la religión: Durante su presidencia (2018-2024), AMLO rompió con la tradición de evitar referencias religiosas al promover una «Cartilla Moral» y usar un discurso con tintes espirituales, apelando a valores cristianos para combatir la corrupción y fortalecer el tejido social. Esto generó críticas por diluir la laicidad, aunque también atrajo a sectores religiosos, especialmente evangélicos, que vieron en su proyecto una «revolución espiritual».
- Temas polarizantes: La religión influye en debates legislativos y sociales. Por ejemplo, encuestas de 2021 mostraron que, mientras el 62% de los católicos apoya el matrimonio igualitario, solo el 26% de los evangélicos lo hace, reflejando divisiones que afectan las agendas políticas. Además, 7 de cada 10 mexicanos, según la misma encuesta, rechazan que líderes religiosos influyan en el voto, lo que subraya la defensa popular de la laicidad.
- Pluralismo religioso y desafíos: El aumento de la diversidad religiosa (incluyendo minorías como ortodoxos, musulmanes y personas sin religión, que crecieron al 6.7% en 2020) ha diversificado las demandas sobre el Estado. Las comunidades religiosas buscan mayor presencia en medios y espacios públicos, mientras el gobierno enfrenta el reto de equilibrar estas libertades con la neutralidad estatal.
Sentimientos actuales:
Posts en plataformas como X reflejan un debate vigente. Algunos usuarios defienden la laicidad como esencial para la democracia, criticando cualquier intromisión religiosa en la política, mientras otros ven las críticas a figuras religiosas como una forma de invisibilizar a los creyentes, lo que sugiere una polarización en cómo se percibe esta relación.
En resumen, aunque México mantiene un marco legal laico, la religión sigue siendo un actor relevante en la política, no a través de instituciones formales, sino mediante influencias culturales, discursos morales y la participación de creyentes en la esfera pública. La relación es dinámica, con avances hacia el pluralismo, pero también con tensiones por la defensa de la laicidad frente a posturas conservadoras religiosas.
En las siguientes entregas repasaremos algunos antecedentes históricos para enriquecer el debate en esta materia.
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