Refrendo democrático

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Este domingo los mexicanos presenciamos una de las jornadas electorales más interesantes de los últimos años.

En los distintos estados que acudieron a la urna, la ciudadanía refrendó el valor de los partidos como vías activas para analizar alternativas de políticas públicas instrumentadas en el orden local, y la relevancia del voto en la evaluación del desempeño observado en las autoridades estatales, municipales y legislativas.

Durante la jornada del 5 de junio alrededor de la mitad del padrón electoral nacional tuvo el derecho de emitir su voto. Salvo incidentes menores, los procesos realizados para renovar las gubernaturas de Aguascalientes, Durango, Chihuahua, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas eliminaron los fantasmas recurrentes de jornadas marcadas por la violencia generada por grupos de la delincuencia organizada, el conflicto entre liderazgos políticos o la inestabilidad social.

Además, el desarrollo y los resultados de los distintos procesos pusieron en duda argumentos que han circulado con cierta frecuencia en los últimos meses. Primero, la idea que los partidos son vía cerrada para expresar inconformidad y conseguir cambio político. Más allá de victoriosos y vencidos, en dos terceras partes de las entidades los votantes hicieron de la elección un referéndum del gobernador en turno, y optaron democráticamente por un partido distinto al que les rige hoy desde el Ejecutivo estatal correspondiente.

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Segundo, los distintos grados de inconformidad social son insuficientes para garantizar el triunfo de candidaturas independientes. Esta figura innovadora es positiva al sistema político, pues incentiva tanto a la selección de mejores candidatos como a la definición de propuestas programáticas más cercanas al electorado. En un contexto electoral competitivo, por lo visto, las candidaturas independientes están obligadas también a afinar su posicionamiento ante los votantes para atraer mayor respaldo popular.

Tercero, en 2018 habrá una contienda abierta y reñida. Nada más equivocada la idea de que la inconformidad social ha cerrado el espacio para darle viabilidad de triunfo a sólo una o dos alternativas electorales en la carrera presidencial. Por el contrario, ha reafirmado la presencia de jugadores de peso como es el Partido Acción Nacional y sus capacidades competitivas en la arena, derivadas de las percepciones sociales sobre sus alcances en la gestión de gobierno.

Finalmente, cuarto y último, la sociedad valora administraciones estatales comprometidas con la transformación de sus comunidades. Tal es el caso de Puebla, donde los votantes dieron un claro veredicto sobre lo realizado en los últimos cinco años, y concedieron una amplia victoria al candidato de Acción Nacional. Sin duda, la experiencia de gobierno será una variable importante de valoración del electorado, entre los aspirantes que contiendan por la Presidencia de la República.

El refrendo democrático de los mexicanos observado en las distintas contiendas del fin de semana, obliga a la clase política al desempeño de gobiernos acorde con la expectativa ciudadana. La elección 2016 nos compromete a ello. Cada fuerza política tiene el deber de analizar los resultados históricos que se generaron a partir del domingo, pues no se trata de cuántas gubernaturas tiene tal o cual partido, no es forma sino contenido. Las elecciones intermedias abren la puerta a una nueva alternancia de gobierno, donde el escenario es el desencanto de aquello que se vendió como el nuevo PRI, quien hoy pierde la confianza en entidades donde aparentemente era la fuerza más importante con votantes que optaron por otro camino.


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