Redes sociales y su impacto electoral

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Con el avance de la tecnología, la participación ciudadana en temas electorales se ha incrementado. Prueba de lo anterior, es la discusión constante de este tipo de temas en redes sociales, en las cuales muchos ciudadanos difunden desde simples noticias hasta sus opiniones, pasando por una amplia gama de contenido. Pero a la par en que crece este tipo de actividades, la asistencia a las urnas o la credibilidad de los partidos con los electores va a la baja.

Modernidad

Con el surgimiento de las redes sociales, los espacios para debatir asuntos públicos se ampliaron a nuevos horizontes. Sin embargo, la cantidad de información que circula no siempre promueve acciones personales en este ámbito. Prueba de esto es que mientras en las redes se debate y se confrontan opiniones sobre varios aspectos de la política nacional, la asistencia a las urnas se mantiene en niveles que se pueden considerar bajos.

De acuerdo a datos de la Asociación Mexicana de Internet (Amipci), en 2006 en el país existían 20.2 millones de internautas, cifra que ascendió a 53.9 millones en 2014, es decir en menos de una década el crecimiento fue de poco más del 266%.

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La Encuesta Nacional sobre la Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2015 del Inegi, reportó que en 2001 los usuarios de Internet sumaban 7 millones 97 mil 172, con una penetración del servicio del 8%, para llegar a 62 millones 448 mil 892 usuarios en 2015, con una penetración del 57.4%.

Dadas las tasas de crecimiento de este tipo de servicios, podemos suponer que en 2016 el alcance de usuarios llegue al 60% del total nacional.

En cuanto a participación ciudadana, tenemos que en las elecciones federales de 2006, con base en una lista nominal de 71 millones 374 mil 373 electores, se abstuvieron de participar 29 millones 583 mil 51 votantes, lo que representa una cifra de 41.45%. Para 2009, con una base de 77 millones 470 mil 785 registros en la lista nominal, la abstención fue de 55.24%, es decir 42 millones 792 mil 862 personas no acudieron a las urnas; para 2012, si bien mejoró este panorama, ofreció datos que ponen a pensar pues 29 millones 348 mil 670 votantes no fueron a las urnas, el 36.92% del listado nominal, lejos del 22.84% de abstencionismo que se tuvo en la elección presidencial de 1994, hasta ahora el nivel más bajo de ausencia en las casillas electorales.

En las pasadas elecciones federales, el computo de los comicios indica que votaron 39 millones 872 mil 757 electores de un listado nominal que contenía 83 millones 563 mil 190 personas, el 47.71% de participación, lo que implica que 43 millones 690 mil 433 ciudadanos no votaron, cantidad que superó la cifra de tres años atrás.

Además, como se ha consignado en este espacio, los pasados comicios ofrecieron el surgimiento de distintos movimientos que mostraban su rechazo al sistema de partidos, como fue el caso de los que llamaban a no votar o anular el sufragio en protesta por una serie de inconformidades.

La falta de estudios que comparen ambas series de datos no permite concluir si hay una relación entre la baja participación ciudadana en elecciones y el acceso a Internet, en particular para conocer si las redes sociales son el motor que puede generar una asistencia a las casillas o si, por el contrario, es factor que desalienta el voto dada la gran cantidad de información negativa que ofrece a sus usuarios.

Y es que al ver que las campañas utilizan estas herramientas de comunicación para denostar a los contrarios, siendo los canales favoritos para dar a conocer irregularidades o presuntos actos de corrupción, se puede llegar a pensar que esto incide en la baja participación de los ciudadanos en los procesos electorales.

Es aquí en donde surge la pregunta acerca de qué hacen los partidos y candidatos para promover la participación, pero dadas las evidencias que se han presentado en fechas recientes, podemos suponer que su interés está en ganar a toda costa sin considerar que sus recursos –como la guerra sucia con todo y filtraciones–, alejan al elector de la boleta.

En lo que llevamos de campaña, hemos sido testigos de cómo se revelan las propiedades de Miguel Ángel Yunes y familiares en Veracruz, de acusaciones por supuestos vínculos con el crimen organizado de varios candidatos en Tamaulipas, de acusaciones de enriquecimiento inexplicable de los abanderados punteros en Puebla, así como de la difusión de encuestas que contradicen otros estudios en varias entidades.

Incluso, un par de candidatos a gobernador se han quejado de lo que llaman una campaña en contra, como el caso de José Rosas Aispuro en Durango.

De seguir la tendencia, no nos debe sorprender si la participación en las 14 entidades que tendrán elecciones este año resulte baja, pese a todo el ruido e información que se genera en redes sociales. También hay que anotar que está pendiente el estudio que relacione el crecimiento de usuarios de Internet y la participación ciudadana en las urnas ¿algún interesado?

Del tintero

Por cierto, en redes como Facebook han aumentado los mensajes que aluden a supuestas irregularidades (enriquecimiento, infidelidades, complots) que sólo sirven para atraer visitantes a algunos portales que falsifican o inventan ciertas notas. El problema no es que existan ese tipo de páginas web, sino que los usuarios de redes les crean y, además, ayuden a difundir las mentiras.

 

Twitter: @AReyesVigueras


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