Redes sociales y rumores

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Si bien es cierto que las redes sociales se han convertido en canales de comunicación e información, también lo es que han ayudado a difundir algunos rumores sin que se pueda distinguir entre lo que en realidad tiene bases y lo que es una mera invención. Con un uso en aumento por la cantidad de nuevos cibernautas que se integran a la red cada año, las Redes tienden a convertirse en una de las principales armas en toda contienda electoral e, incluso, en materia de comunicación política.

Calumnia que algo queda

Por su ritmo de crecimiento anual, las redes sociales se han convertido en una fuente de noticias para muchas personas, con la ventaja que también esos mismos usuarios se pueden convertir en fuente de información o contribuir con un simple click a la retransmisión de los datos que circulan.

Pero esa misma circunstancia ha generado que en las redes circulen una gran cantidad de versiones o historias que no aportan al verdadero conocimiento de ciertos temas, que ayudan a la desinformación o que revelan algunos aspectos que tratan de pasar por secretos.

Uno de los temas que se inscriben en esta faceta de las redes sociales, es el relativo a la salud de los Presidentes de México. Antes del surgimiento de esta nueva tecnología eran un asunto tabú para la mayoría de los periodistas, pues la imagen del mandatario en turno era cuidada hasta el más mínimo detalle, aunque algunos datos se filtraban y circulaban de boca en boca, como ha sido el caso de los señalamientos de supuestas relaciones amorosas de algunos titulares del Ejecutivo Federal.

Para los encargados de cuidar la imagen Presidencial, hablar de enfermedades –reales o supuestas–, era visto como algo que dañaría la figura del líder del país. Eran tiempos en que el priismo mantenía una hegemonía y el Presidente era el amo indiscutible de la escena política nacional.

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Afortunadamente, con el nuevo siglo este panorama se modificó, aunque para algunos pasamos al otro extremo, en el que el primer mandatario se convirtió en una figura de caricatura, aunque el tema de la salud del titular de dicha posición siguió entre sombras.

Sexenios problemáticos

Con Vicente Fox, no sólo se comienza a criticar abiertamente a quien antes era visto no sólo con respeto, sino hasta con veneración, además de que se comienza a debatir en torno a la información acerca de su estado de salud, discusión en parte motivada por la incorporación del marco legal sobre transparencia y rendición de cuentas.

Una operación que sufrió el guanajuatense de una hernia discal impulsó el interés para conocer la salud del mandatario, tema que fue manejado de forma opaca por el equipo de comunicación social de Presidencia, lo que ayudó a que surgiera el rumor que señalaba que Fox Quesada sufría depresión y era tratado con medicamentos como el Prozac.

El tema se mantuvo como un rumor que era abordado en espacios de opinión y análisis, además de que servía para abrir un nuevo flanco de crítica al mandatario.

El sexenio siguiente, un accidente que sufrió Felipe Calderón volvió a traer a la agenda los cuestionamientos acerca de la salud del Presidente, tema que se agravó por la versión del supuesto alcoholismo del michoacano. Aunque al finalizar su sexenio, el columnista Federico Arreola –o al menos una versión publicada como tal– desmintió que tuviera bases para tal afirmación, lo que no impidió que Gerardo Fernández Noroña hiciera la denuncia correspondiente en la Cámara de Diputados y Carmen Aristegui cuestionara y demandara una explicación de parte de la Presidencia, lo que motivó su despido y recontratación, en un episodio que no ha sido aclarado del todo.

Ahora toca el turno a Enrique Peña Nieto. Después de la intervención quirúrgica a la que fue sometido para extraerle la vesícula biliar, se retoman las versiones acerca de que padece cáncer de tiroides. Periodistas como Jenaro Villamil han afirmado que tal dato es cierto, a la vez que empiezan a circular historias de supuestas visitas a hospitales de parte de Peña para tratamientos y dudas sobre su capacidad física para ocupar el puesto que desempeña.

Un gobierno sin credibilidad –así como con poca imaginación para temas de comunicación–, no es capaz de enfrentar adecuadamente este tema, pero si puede llevarlo a convertirse en una crisis de imagen. El debate ya no se debe centrar en si el estado de salud del titular del Ejecutivo Federal es un asunto estrictamente privado o corresponde a la esfera del interés público, pues por la importancia de las funciones que desempeña hace que sea obligatorio informar de su condición física y mental.

Pero si de lo que se trata de darle armas a los enemigos, Peña Nieto deberá comprender que en tiempos de las redes sociales son pocos los temas que se pueden quedar en el archivo y ser clasificados como secretos. Para un político preocupado por el juicio de la historia, y que impulsó una serie de Reformas calificadas por el mismo como estructurales y necesarias, sorprende el poco esmero con el que evalúa y cuida su imagen pública.

Si bien las redes sociales son una fuente de información para muchos mexicanos, también son el campo en el que una imagen pública puede resaltar y brillar o caer y convertirse en una caricatura. Si los asesores presidenciales continúan atrapados en su burbuja, el legado de Peña Nieto será una colección de chistes e imágenes humorísticas que tal vez no merezca.

Buen fin de semana


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