Que no sea por cerrazón de todos, incluida la mía

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Por: Diego Fernández de Cevallos

Mientras no logremos un diálogo constante y franco de gobernantes y gobernados —y de los ciudadanos entre sí— los problemas nacionales aumentarán en número y gravedad. Sin rectificar, lo peor está por venir, con éste y con gobiernos futuros.

La pugnacidad define el modo de ser de la mayoría de nosotros a tal grado que muchos ven con recelo todo intento de diálogo con el que piense diferente. Solo es honesto el que no dialoga, convive o acuerda con “los otros”, y que no transige con nada ni nadie.

Lo grave es que cuando desde Palacio Nacional se esparce incesantemente cizaña y se vomita veneno, unos quedan sumisos y atolondrados, y otros respondemos los agravios diciéndole lindezas al perverso. En tanto, crecen la incivilidad, la pobreza, la inseguridad y las demás formas de barbarie, para tragedia de todos, principalmente de los desposeídos.

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Mientras el deporte preferido sea violar la ley, y su Alteza Pequeñísima acapare las medallas de oro, las monedas para “triunfar” seguirán siendo el egoísmo, la ventaja injusta y el delito. Para muchos la honestidad es hoy despreciada, y al mencionarla solo exhiben su cinismo. Lo importante es estar arriba, así sea sin escrúpulos, porque la sociedad les perdona y aplaude.

Pero no nos engañemos: los diálogos sin exclusiones son necesarios, teniendo en cuenta que todos somos diferentes, y cada quien debe responder ante México por lo que hace y deja de hacer.

Por eso es encomiable que se haya iniciado un diálogo entre Santiago Creel, diputado del PAN, y el secretario de Gobernación, y anuncien una disposición permanente para que intervengan todas las fuerzas políticas. Ese, y no otro, es el camino para hallar las coincidencias y la civilidad que se requieren para enfrentar eficazmente los desafíos nacionales.

Algunos consideran ingenua la excitativa del diputado panista (que contó con la anuencia del presidente de ese partido) habida cuenta de la insolencia con la que se conduce TARTUFO hasta con los suyos en el Congreso, al exigirles aprobar sus iniciativas “sin cambiarles ni una coma”. Sin embargo, debemos recordar que todo poder enloquecido es inexorablemente débil, y que la prepotencia suele ocultar la impotencia.

Frente a la incapacidad ontológica del “austero” y “republicano” para dialogar (ese que está acurrucado temporalmente en el palacio de Hernán Cortés) se deben aprovechar dos importantes cualidades del secretario de Gobernación: su experiencia política, y que privilegia las buenas maneras. Por cierto, prendas que también tiene Santiago Creel.

Frente a la incapacidad ontológica del “austero” y “republicano” para dialogar (ese que está acurrucado temporalmente en el palacio de Hernán Cortés) se deben aprovechar dos importantes cualidades del secretario de Gobernación: su experiencia política, y que privilegia las buenas maneras. Por cierto, prendas que también tiene Santiago Creel.


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