Existe a nivel mundial una convergencia en el “management” o gobernanza privada y pública. Administración y gobierno son dos nombres para la misma cosa. Borrar la separación nos ayuda a exigir responsabilidad social a las empresas y demandar la transparencia del gobierno.
Tanto empresarios como gobernantes tienen que ponerse las pilas. La administración inició administrando cosas. Ahora administra procesos. Antes es controlaban: semi-esclavos, materiales, máquinas y dinero. Ahora se controlan procesos, que incluyen las cosas. Lo nuevo asimila lo útil del pasado.
Los procesos muestran una realidad diferente. Muestra a las empresas transfiriendo costos a la comunidad. Por ejemplo, las descargas de tóxicos a un río. Examinar procesos en el gobierno evidencía otros horrores. Los jueces encierran a alguien que robó. El penal los convierte en sicaros. Eso es ver el proceso completo. La ceguera produce resultados mortales, literalmente.
Vincular procesos de “inputs y outputs” nos muestra las ventajas de migrar todos hacia una economía circular, eficiente y sin desperdicios, más orgánica.
Ahora entregan PEMEX a un financista. Lo mandan a cortar gastos a diestra y siniestra. Si no visualiza a PEMEX como una red de procesos, sus tijeretazos pueden producirle una hemorragia fatal. No defiendo aviadores. Alerto contra el suicidio involuntario y una debacle nacional.
Ayer leo que Pemex deja de surtir asfalto, pero que en dos semanas reanudan. ¿Pero qué pasará al país si Pemex corta insumos vitales para otras empresas? Presiento el peligro porque los expertos en finanzas no saben ni papa del proceso metabólico de las empresas. Normalmente son subordinados, no jefes.
Sabido es que toda empresa puede cortar gastos de acuerdo a una optimización matemática. ¡Pero cada recorte se genera otra curva óptima! A tijeretazos financieros “optimizadores” puedes acabar con cualquier empresa.
Sin un mapa de procesos cuantificados será imposible determinar las consecuencias de cada recorte. Hace más de diez años propuse a Juan Bueno Torio: vamos a cuantificar los procesos de Pemex para poder medir eficiencia y dar transparencia. Ni maiz. Ningún emperador transitorio de Pemex quiere mostrar lo que corre por los nervios, las venas y las tripas de la paraestatal.
Hoy la cuantificación de procesos en Pemex permitiría plasmar gráficamente lo que Pemex hará y lo no podrá hacer. Asi las empresas privadas pueden complementarla a la brevedad posible. Los procesos de vida son circulares. Cortar gastos está correcto, pero no a lo bruto. Alguien más tendrá que mantener viva la cadena productiva. Hablo de la salud económica de México.
El ejemplo de Pemex es válido para empresas privadas también. Y en el gobierno es válido para administración o impartición de justicia; o para administración de penales. Insisto en que ya no tiene ni sentido diferenciar entre como se administra lo privado y cómo se administra lo público. En ambos casos lo que queremos es producir vida sana con pleno conocimiento de lo que nos cuesta a todos, incluyendo sobretodo a la Señora Planeta.
Existe una razón, digamos secreta, para no cuantificar procesos. Ello implica transparentar las operaciones en todos sentidos: flujos de personal, materiales, maquinarias, equipos, dineros. Todo ello forma parte de los procesos que quedan interconectados unos con otros. Es una administración con cero secretos.
Puedo entender que en empresas privadas chicas y gigantes, muchas de ellas aún bajo control familiar, los administradores no sientan necesidad de cuantificar sus procesos y compartir la información públicamente. Pero tampoco entiendo por qué no exigimos al Gobierno que en vez de informes rolleros nos den acceso por internet a toda su actividad en la forma de procesos cuantificados. Veríamos gráficamente, a qué distancia estamos del precipicio.
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