Peña Nieto en el País de las Maravillas

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El de Enrique Peña Nieto, no fue un ejercicio de rendición de cuentas con motivo de su Segundo Informe de Gobierno, fue una profusa campaña publicitaria en medios de comunicación que saturó con spots la radio y la televisión hasta el fastidio, llena de eslógans, estribillos publicitarios. Se reiteró la estrategia política basada en la mercadotecnia, la misma que inventa un presidente y puede sobreponerle al país una realidad virtual por encima de lo que realmente vivimos. Magnificadora de logros y realizaciones, fue también engañosa.

En la ceremonia del informe se reinstalaron las peores formas, el lenguaje alambicado, la cortesanía, el culto a la personalidad. Hubo más anuncios de cosas por hacer, que información sobre objetivos y metas cumplidas. Los analistas más agudos coincidieron en señalar la gran omisión, dentro de los silencios presidenciales: El combate a la corrupción. Es que no sólo está incumplida la principal promesa de Peña Nieto como presidente electo, crear una Comisión Nacional anti-corrupción, sino que ha regresado el mecanismo corruptor como en los peores tiempos del Partido Único.

También coincidieron en que regresó el día del presidente, marcado además con un mensaje de arrogancia y soberbia como haber transformado en aparcadero el zócalo de la Ciudad de México para los invitados al informe.

En la propaganda Peña Nieto ha resultado un éxito, reformador que salva a México "sin buscar el aplauso"; de su mano firme, el país camina seguro a un paraíso de beneficios. Pero la realidad es otra. Los problemas de fondo no sólo no se reducen, crecen y se diversifican. A la ineficacia para enfrentar la economía – estancada -, sumó una reforma fiscal con efectos inflacionarios. Decreció el empleo y brillan por su ausencia las promesas de la reforma laboral.

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Según cifras de Inegi, en el último año la mayoría de los empleos generados en las empresas pagan alrededor de dos y tres salarios mínimos. En un balance con respecto al año pasado, se redujeron los sueldos mayores a tres salarios mínimos casi en la misma cantidad en la que crecieron los de sueldos menores. Apenas a finales de mayo el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, aseguró que México no está en recesión. Sin embargo, la importante firma financiera Bank of América Merrill Lynch aseveró con base en su propio indicador que “en México todavía no hay signos de recuperación del producto interno bruto, mientras que los mayores impuestos que entraron en vigor este año socavan la confianza de los empresarios y consumidores”.

La pobreza no disminuye y los programas sociales han sido un pequeño paliativo que no extirpa de fondo uno de los problemas endémicos de nuestro país. De acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE, nuestro país ocupa el segundo sitio de sus miembros con menor ingreso y con mayor desigualdad, pues tenemos 0.47 puntos en el índice de Gini, en donde 0 significa igualdad completa y 1 la mayor desigualdad.

No sólo eso, de acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), de 2005 a 2014 el poder adquisitivo en nuestro país respecto a la inflación cayó casi en un 11%, mientras con respecto al precio de los alimentos se ha reducido en 31.7%. No hay plan alguno que raje en serio el desafío de la desigualdad. La cruzada contra el hambre, es una vulgar campaña por los votos.

El problema de la inseguridad sólo cambió en la estrategia mediática, ahora se maquillan cifras y se ocultan los hechos. Los ejecutometros desaparecieron de la inmensa mayoría de los medios. El semanario bajacaliforniano ZETA, es la excepción en la conspiración del silencio; aporta datos duros y documenta las cifras que contradicen la propaganda oficial: Las muertes por homicidios dolosos superan la cifra que con Calderón.

De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) publicada en junio de este año, la percepción social sobre la seguridad pública aumentó desde septiembre de 2013 del 68% al 70.2% a la fecha en que se levantó la encuesta.

Los datos a la vista corroboran la percepción, seguimos siendo rehenes de la delincuencia y el crimen organizado, aunado al clima de impunidad. El gobierno presume que la violencia va a la baja, pero los números no dicen lo mismo.

El informe de cifras de  incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en lo referente a los homicidios dolosos, los primeros 20 meses del Gobierno de Peña Nieto han superado las cifras del gobierno anterior: mientras que de diciembre de 2006 a julio de 2008 las cifras oficiales registraban 18,451 homicidios dolosos; de diciembre  de 2012 a julio de 2014 se reportan 29,417, es decir, hubo un crecimiento del 59% tan sólo en este rubro. Si de por sí las cifras de Felipe Calderón fueron terribles, este aumento es francamente escalofriante.

El Semanario Zeta, reporta por su parte que del 1 de diciembre de 2012 al 31 de julio de 2014 en nuestro país ocurrieron 36 mil 718 homicidios dolosos, siendo el Estado de México la entidad más violenta, le siguen Guerrero, Chihuahua, Michoacán y Jalisco. Asimismo señala que “en la administración de Enrique Peña Nieto el Instituto reporta menos homicidios dolosos que las propias procuradurías y fiscalías de los estados”.

Consulta Mitofsky en su tercer encuesta del año sobre la aprobación presidencial, menciona los temas importantes para la ciudadanía, por lo mencionado en los párrafos anteriores, destacan tres: Generación de empleos 20% muy mal y 33% mal (53%); combate al narcotráfico 20% muy mal y 32% mal (52%); combate a la delincuencia 19% muy mal y 32% mal (51%).

El saldo político en estos dos años es de una preocupación doble. Avanza la regresión y represión autoritaria, sin mayores contrapesos; la indiferencia social está marcada mucho más por el miedo, que por la abulia. Es que la impunidad y la corrupción regresan galopantes. El uso del poder para chantajear, intimidar, amenazar, está reinstalado como característica intrínseca al régimen autoritario. Volvieron las auditorías como instrumento eficaz para meter al orden cualquier desintonía o denuncia. Diversos organismos y centros de estudio, como Fundar y la Comisión Mexicana de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos, señalan una crisis en materia de derechos humanos.

En los dos años de gobierno de Enrique Peña Nieto la impunidad de elementos militares ha crecido. Human Rights Watch, anunció el 22 de agosto de 2014 que 628 civiles han muerto en enfrentamientos con militares desde que Enrique Peña Nieto asumió la presidencia en diciembre de 2012, pero de eso ya casi no dicen nada los medios, porque además de los controles y viejos mecanismos de colusión política entre empresarios comunicacionales y el poder público, la maquinaria de la reproducción oficialista está engrasada como nunca.

El gobierno de Enrique Peña Nieto inyecta recursos a los medios sin parangón. A pesar de que siendo presidente Electo se comprometió a la creación de un organismo dedicado y ocupado en regular la publicidad oficial, hoy se encuentra lejos de cumplir con su promesa. Fundar y Artículo 19 han señalado que en estos meses de gobierno se siguen gastando grandes cantidades, sin reglas claras y de manera opaca. De acuerdo a su más reciente informe “Publicidad Oficial: Recursos públicos ejercidos por el Poder Ejecutivo Federal en 2013, primer año del presidente Enrique Peña Nieto”, la administración federal ejerció 4,195 millones de pesos en este rubro.

Jenaro Villamil ha señalado que este año el gobierno  gastará en total 4 mil 964.8 millones de pesos en promoción, de los cuales 44% son para la televisión; 24% a medios impresos; 17% a radiodifusoras y 3% a internet. “En otras palabras, en sus dos primeros años, Peña Nieto ejercerá más de 9 mil millones de pesos en promocionarse, monto superior al presupuesto anual de la UNAM, con una clara tendencia a concentrar este gasto en Televisa y TV Azteca”, afirma el periodista.

Como lo he expresado anteriormente, esta regresión en muchos ámbitos de nuestra vida pública tiene presencia porque lamentablemente no tiene el PRI-Gobierno frente así, una autentica oposición. El PAN y el PRD carecen de fuerza y autoridad moral. No sólo están divididos los dos principales partidos que debieran ser el contrapeso frente a la regresión autoritaria; buena parte de sus estructuras directivas en el país están corrompidas, coptadas por los gobiernos federal y locales.

Atraviesa el PAN una de sus mayores crisis de identidad cultural, ética e ideológica. No puede reinstalarse en la oposición, porque carga ya con demasiadas omisiones, pifias y corruptelas de su pasado inmediato y su momento actual; atrapado en el acuerdo de impunidad, no tiene otro camino que el de tratar de colocarle el supuesto ADN panista a las reformas que fondean e impulsan al PRI para una larga vida en el poder. El triunfo ideológico para el PAN, el poder para el PRI, buena fórmula del entreguismo.

El PRD está en la misma de siempre con la diversidad de sus corrientes internas, pero ahora en una lucha inaudita entre ellas por acreditar quiénes son los más negociadores, no importa los resultados y que en las ofertas distintas el gobierno compré cada vez más barato. Presiden las dos cámaras del Congreso, porque son "oposición responsable". Ningún riesgo juega el gobierno al darles la conducción de los trabajos del Congreso porque, ni siquiera en año de elecciones y consultas populares, le representan contrapeso o peligro alguno.


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