¡Ay, nanita! Si la política mexicana fuera una telenovela, Gerardo Fernández Noroña sería el villano que no aprende: grita «¡Austeridad republicana!» desde el Senado, pero en la vida real vive como si el erario fuera su chequera personal. ¿Se acuerdan del escándalo de su «humilde morada» en Tepoztlán? Esa mansión de 12 millones de varos, que presumía como si fuera un Airbnb de comuneros, pero que ni registro catastral tenía ni predial pagado. Los locales lo acusaron de clavarse tierras ejidales sin asamblea, y él, en plan matón, soltó: «¡Quiero ver que pasen por mí!». Y pum, hace unos días, roban junto a su casa! O mejor dicho, la de su «vendedora» (guiño, guiño), porque ahora dice que no es suya. ¿Coincidencia o karma express? Los rateros se llevaron la compu con el contrato, dice. ¡Ja! Como si el karma necesitara GPS.
Pero eso fue el aperitivo. Ahora viene el plato fuerte: el senador de Morena se mandó una gira por Coahuila en un Socata TBM850, un avioncito de lujo que parece sacado de una peli de millonarios. ¿Costo? Dos mil dólares la hora, carnal. Siete horitas de vuelo, más pernocta, y ya estamos hablando de 14 mil greenbacks, o sea, unos 257 mil pesos al cambio actual. ¿Su sueldo mensual? Apenas 131 mil 700 pesos brutos, según el DOF de febrero. ¡Más del doble de su quincena! Y mientras el pueblo aprieta el cinturón con la 4T, Noroña vuela con interiores de terciopelo y asambleas «informativas» en Torreón y Piedras Negras, acompañado de su séquito fiel.
¿Y la justificación? «Sheinbaum dijo que cuando es necesario, se puede», balbucea el compadre, como si la presidenta fuera su pase VIP para el club de los hipócritas. Claudia, astuta como siempre, soltó: «Cada quien que responda». ¡Órale, qué quemón! En el decálogo de austeridad de Morena, punto 10: «No hay lugar para banalidades». ¿Esto es banalidad o es el nuevo «trabajo necesario»? Críticos lo tunden por violar el código ético del partido, aprobado en 2025, que prohíbe lujos. Pero Noroña, fiel a su estilo, lo ve normalito: «Lo pagué con mis ingresos». ¿Cuáles ingresos, pues? ¿Los del Senado o los de las giras VIP?
Esto no es solo un resbalón; es el guion completo de la incongruencia morenista. Predican pobreza fingida mientras acumulan fortunas inexplicables. Noroña no aprendió la lección de Tepoztlán: el pueblo no es pendejo, y el sarcasmo de la historia sí duele. ¿Siguiente capítulo? ¿Un yate pa’ Acapulco? ¡A ver si el karma le cobra el boleto de regreso!
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