No lo traen en los talones…

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En la antigua Grecia el Ágora constituía el espacio público por antonomasia para que fluyera la vida política. Ahí se discutía, se debatían los grandes temas, los que eran de interés general, como la ética y la educación, porque para los atenienses el terreno político era el terreno de lo común. Hacer política para ellos era lo cotidiano, se entendía como un deber irrenunciable. No participar en los asuntos de su comunidad era abdicar expresamente a gobernarse, y por ende, a ser libre. 

Roma conquistó a Grecia, pero aprendió de los padres de la democracia a privilegiar el espacio político, y fue el Foro el epicentro del encuentro que le daría al mundo el legado de la bases magistrales del derecho moderno. 

Hoy día, el lugar público en el que se delibera lo constituyen los medios masivos de comunicación: la televisión, el instrumento omnipresente en el grueso de las casas de los mexicanos. La televisión es poder, “si no sales en la televisión no existes…”. Ahí se fabrican ídolos -y no les da mucho trabajo, aquí adoramos las lentejuelas y la bisutería barata, nomás que brille…- y los encumbran e igual los convierten en papilla de la noche a la mañana. Se hacen presidentes de la república y gobernadores con esposa actriz por encargo, y se hunde a lideresas que se salen del huacal.  

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La política en la actualidad se adecúa al lenguaje mediático. Lo que vende es el desprestigio del adversario, la gente se ha ido acostumbrando al predominio de los mensajes negativos, son los que ve y los que oye, y algunos leen, y los medios lo saben, los comunicados positivos NO SON RENTABLES, son muy aburridos. 

Los escándalos, la política escándalo, es muy efectiva, entre más mugre se exponga se vuelve más atractiva. Los contenidos no importan ya en la noticia, lo que la vuelve “exitosa” es el grado de calumnia y demagogia que destile. Todo es forma no fondo. La televisión es un medio infalible para captar adeptos y mantenerlos en el cautiverio de la manipulación. Es el uso mezquino de la tecnología. Los resultados de esta acción conducen a la desinformación y al debilitamiento de nuestra de por si enteca democracia. Los sofistas redivivos en pleno siglo 21. ¿De qué se nutre la política actual? ¿De críticas con “fundamentos” inventados y pagados $$$$$ con mucha, pero muuucha… largueza?

Hay ejemplos para dar y prestar, de quienes hoy tienen el bastón de mando y lo han utilizado única y exclusivamente en defensa de sus propios intereses, desencadenando con ello la repulsa en unos y la incredulidad en muchos. ¿Se puede con este tipo de sabandijas generar cambios sustantivos en la realidad de nuestro País? No es posible, porque aunque la conozcan no les interesa transformarla en beneficio de sus gobernados. Para que este interés exista se requiere tener principios y respeto por los valores humanos. 

Porque solo así la política se vuelve humana. Y en el ejercicio de una política de esta naturaleza, el orden público, el diálogo, el respeto, la inclusión, la tolerancia, la búsqueda del bien común, se convierten en instrumento de solución de las diferentes problemáticas que se presentan en el seno de una colectividad. La política se construye en el día a día, es labor de hombres, no de bestias irracionales, es tarea de seres humanos que se importan y se empeñan en serlo. 

En alguna parte leí que sembrar dudas y desconcierto son un material muy eficaz para talar el árbol que hace sombra. Por eso la descalificación por consigna se practica tanto en nuestra ciudad capital. Al blanco de semejante exhibición de  mediocridad, usted lo conoce, estimado leyente. Schopenhauer lo expresa de manera magistral, lo transcribo:  “Cuando se advierte que el adversario es superior y se tienen las de perder, se procede ofensiva, grosera y ultrajantemente; es decir, se pasa del objeto de la discusión (puesto que ahí se ha perdido la partida) a la persona del adversario, a la que se ataca de cualquier manera… Esta regla es muy popular; como todo el mundo está capacitado para ponerla en práctica, se utiliza muy a menudo”. 

¿Más claro…? El miedo no lo traen en los talones, ya está más arriba…en el 17 no los dejará, como decía mi madre, ni resollar


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