Sea el tema que sea –violencia en algún estado, aranceles, elecciones– en Morena sólo saben reaccionar de una manera: con desplegados, frases hechas y mitines. Ahora que entraron en vigor los aranceles de parte de Estados Unidos, vuelven a publicar un desplegado los gobernadores, se repiten frases alusivas a la soberanía y, para no variar, se convoca a un mitín en el Zócalo.
Nada de estrategias para resolver algún problema, nada para mejorar los sistemas de salud o de educación, nada para evitar que se impongan aranceles de manera unilateral, vamos, nada de gobernar, que por eso la presidenta Sheinbaum tiene el 85% de popularidad y pronto alcanzará el 105%, además de que el acerreo para llenar el Zócalo el 9 de marzo correrá por cuenta del erario y lo sufrirán los beneficiarios de los programas sociales, que por algo les dan dinero y no sólo es para ir a votar por Morena.
El guion se ha repartido entre los morenistas ya sea en el gobierno o el Congreso, por eso no se cansan de repetir que el PRIAN es culpable de todo, sacar a García Luna en cualquier coyuntura, decir que a México se le respeta, que la presidenta es popular, que a los conservadores esto les molesta, pero nada de gobernar bien, resolver los problemas o ser imparciales.
Y para que todo esto funcione, recurren a la propaganda para repetir hasta el cansancio los lemas que les han indicado, como si fueran disco rayado, aunque la realidad muestre otra cosa, pues aún hay inseguridad, desabasto de medicinas, inflación y corrupción.
Pero de eso se trata al vivir en el mundo color de rosa de Morena, uno en el que no pasa nada y hasta las piedras responden encuestas para calificarla como muy popular a pesar de no tener resultados que presumir, como en el caso del auto eléctrico que se anunció en una mañanera, pero sin decir que los componentes se comprarán en el extranjero para ensamblarlos en nuestro país, es decir, muy nacionalista todo e inútil para fines prácticos.
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