Migración, parteaguas de 2015

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El año que termina nos deja grandes lecciones y también agendas que no estaban presentes o en todo caso se asumían como marginales.

El fenómeno migratorio se coloca en el primer lugar de la agenda económica, política y social a nivel mundial. El año 2015 ha sido el de la migración, el año en que millones de seres humanos por causas diversas han abandonado sus países y comunidades de origen.

La migración nos coloca frente a realidades que por años y en ocasiones décadas, se fueron soslayando. Sin embargo, abordar la migración como un fenómeno homogéneo sería simplista y poco responsable. Cada corriente y grupo migratorio tiene sus propias causas y desafíos.

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No podemos colocar bajo los mismos parámetros a quienes huyen de situaciones de violencia, terrorismo y guerra –que han sido las causas más importantes de las corrientes migratorias en Europa–, con aquellos que abandonan sus lugares de origen por razones de pobreza, reencuentro familiar o para atender ofertas de empleo, que explican en gran medida la migración de los mexicanos a Estados Unidos.

Lo cierto es que alrededor de 3.0 por ciento de la población mundial, es decir cerca de 230 millones de personas, viven en un país diferente al de su nacimiento. Por supuesto, este porcentaje no se distribuye de manera uniforme entre los países. Por ejemplo, en México ese proceso involucra 10 por ciento de su población, más del triple del promedio mundial.

El 2015 también nos trajo lo que se conoce como la crisis migratoria en Europa, en la cual casi un millón de personas en un solo año abandonaron sus países, principalmente Siria, Afganistán, Irak, los países balcánicos y África para tratar de ingresar a la Unión Europea. Esto ocurrió en un escenario que combina fatalmente las guerras en sus lugares de origen, la desatención en el tránsito y una enorme complejidad por parte de los países europeos receptores de migrantes, que se agravó aún más después de los actos terroristas.

Detrás de cada migrante hay una historia con rostro y apellido, hay razones poderosas para dejarlo todo y huir de la miseria, para satisfacer condiciones laborales, o bien para escapar de la muerte como único destino. La migración en todas sus expresiones y vertientes llegó para quedarse.

Los rostros de la migración han ocupado en estos doce meses amplios espacios en los medios de comunicación y también en la agenda de los países. Las escenas de niños muertos a la orilla del mar, de millones de personas esperando con desesperación ser recibidos por otro país; los desaparecidos en las rutas de migración; las deportaciones, y el reclamo por salvaguardar sus derechos humanos, han obligado a considerar la migración como una realidad que exige atención en muchos sentidos.

La migración es hoy un desafío mundial, que reclama respuestas urgentes, de mediano y largo plazos. Los atentados terroristas en Europa así como el miedo que grupos migrantes generan en diversos sectores de la población han incentivando discursos y posiciones radicales y xenofóbicas. Donald Trump es el mejor ejemplo del éxito de alguien que vive de explotar esta dualidad, estas diferencias y contrastes en la migración.

Si a lo anterior consideramos el componente religioso, entonces la complejidad es aún mayor. Mientras los mexicanos se integran y a la vez aportan a la cultura de Estados Unidos, la religión no es razón de controversia y menos de confrontación; en el caso de Europa las comunidades migrantes se concentran en colonias o ciudades cada vez más aisladas del resto y las creencias religiosas provocan distancia y polarización.

La indiferencia frente a la migración llegó a su fin en este 2015. Los diferentes rostros de la migración con su dolor y también con sus aportaciones están transformando día con día nuestra realidad, y han borrado con sus sueños, con su anhelo de oportunidades y también con su dolor y desesperación para escapar de la muerte y el terror, las fronteras dibujadas por los hombres en el mapamundi.

Construir nuevos acuerdos entre los países, atender las causas que motivan la migración, diseñar políticas públicas y mirar a los migrantes en todo, su dignidad y aportaciones, serán apenas algunas de las muchas tareas que este año nos deja para 2016.

Lo cierto es que la migración, en este 2015, cambió al mundo para siempre y ya nada volverá a ser igual. Es nuestra responsabilidad y oportunidad que el futuro sea mejor.


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