México y la juventud frente a la crisis de clima

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Por: Julio Faesler

La Cumbre de Lideres Mundiales convocada por el Presidente Biden que se celebró esta semana para reincorporar a su país en la campaña para salvar a la tierra de los inminentes desastres que ya se comienzan a sentirse, fue ocasión para que un buen número de jefes de estado y de gobierno expresaran sus compromisos de   impulsar la tarea más importante con que se ha encontrado el género humano y que nos correspondió realizar.

Son de destacar en las intervenciones de la mayoría de los presidentes y primeros ministros que evaluaron los pasos dados desde el Acuerdo de Paris, la repetida admisión de la debilidad de respuesta que se ha registrado y lo poco que se quiere aportar al esfuerzo internacional. Así fueron las autorizadas voces, mayoritariamente las de nuestra generación, la que directa o indirectamente, por connivencia u omisión, somos responsables de heredar la desastrosa situación en que se encuentra el planeta.

Suma de abusos colectivos y constantes que apuntan a la absoluta necesidad de actuar inmediatamente y con inteligencia para valernos de los inmensos recursos científicos de los que disponemos. No ha permeado la conciencia de la inevitable de la destrucción que, de no actuar de inmediato, alcanzará a todos ámbitos de la vida en todas sus expresiones. Ninguna de las calamidades naturales que se han dado en los últimos tiempos, ni el inexorable avance en el deterioro de las condiciones de vida mueven a la acción.

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Las rutas de acción y sus calendarios son más que claros. Consiste en ciertas fechas como las que se han venido manejando, la de 2025, la de 2030, la de 2050  u otras que marcan la inexorable marcha de la Naturaleza.

La circunstancia más alarmante es que el grueso de la tarea por realizarse no la realizaremos nosotros, los autores de la emergencia. Nuestra responsabilidad de los que causamos la tragedia a parece nula. Será a las generaciones que nos siguen a las que ya les vamos heredando componer lo que les sea posible.

Serían las voces juveniles que deberían oírse. La ausencia de la juventud en esta inquietud podría explicarse por no existir en ella conciencia del peligro.

Debido a lo anterior, y como contraste, resultó extraordinariamente importante el que dos jóvenes hayan hecho oir sus voces para reclamar la desatención al problema del cambio climático, Una de ellas la mexicana Xiye Bastida arremetió en las sesiones mismas de la Conferencia de Lideres contra los gobiernos que por compromisos económicos no han querido detener la destrucción de los recursos naturales. “La crisis climática, dijo, es el resultado de quienes perpetúan y defienden los dañinos sistemas de colonialismo, opresión, capitalismo y soluciones “verdes” orientadas al mercado”. Xiye continuó su catilinaria exigiendo detener las inversiones y los subsidios a los combustibles fósiles. 

Independientemente de la evidente carga política de los valientes conceptos vertidos por la joven nacida en San Pedro Tultepec, esas y otras muchas realidades son incontrovertibles y no requieren de sustentos ideológicos para que valgan. Es aquí precisamente donde la crisis climática está forjando la unidad de esfuerzos que se necesita y que no existe. La crisis toca a todos sin excepción pero hay todavía demasiado que no la quieren admitir. 

Las palabras de otra joven, Greta Thunberg activista sueca han sido la de una sombría desconfianza. En realidad, los gobiernos no van a actuar a tiempo, dijo ante la Cámara Baja de los Estados Unidos en la sesión dedicada al Día de la Tierra. Greta reconocía el mérito del Presidente Biden al disponer la reincorporación de su país al Acuerdo de Paris. La joven Thunberg denunció una vez más la locura de subsidiar los combustibles fósiles, pero añadió que “nosotros los jóvenes somos los que vamos a escribir sobre ustedes en los libros de historia, así que mi consejo es que elijan sabiamente”.

La insuficiencia de compromisos, por no decir en algunos casos de franca mezquindad,  de la mayoria de los compromisos anunciados por los líderes que tomaron la palabra antier acabaría con el optimismo de cualquier observador extraterrestre. El presidente mexicano evadió el sentido de toda la reunión de lideres y desvió la intención de compromiso mundial de la Cumbre hacia una cruda petición al Presidente Biden de incluir su programa Sembrando Vida en el proyecto migratorio pendiente de estudiarse para otorgar nacionalidad norteamericanas y hasta tarjeta verde de trabajo a los que cuidan bosques que absorben CO2. La alusión a una virtual reducción de combustibles contaminantes fue marginal.

La reticencia a sumar a México a la campaña mundial contra el calentamiento excesivo de la tierra no representa el sentir nacional. Habremos de esperar otros tiempos para que nuestro país retome su prestigiado papel en asuntos internacionales.

24 de abril de 2021

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