Veamos lo que ocurre en Colima: Jorge Luis Preciado Rodríguez, candidato del PAN a gobernador, está haciendo la chica, tiene sitiado el Palacio de Gobierno y lo tomará el próximo 7 de junio.
De las batallas por las gubernaturas de este año, la de Colima no prometía alternancia. Pocos observadores dudaban que el candidato oficial obtendría la victoria. Tal escenario se esfumó; la inesperada e impetuosa aparición del popular Preciado en la liza anuló las cuentas alegres del comando central tricolor, que en sus planes de expansión transexenal ya contaban entre sus conquistas ese pequeño pero estratégico territorio.
El grupo que seleccionó a los candidatos del PRI decidió jugársela con José Ignacio Peralta Sánchez; 45 años, economista egresado del ITAM, con maestría en la Universidad de Essex, seleccionado por el Foro Económico Mundial (WEF) como Líder Global (YGL) clase 2010, ex alcalde de la capital del estado (2009-2012), coordinador de proyectos especiales en el equipo de transición del presidente electo Peña Nieto y luego subsecretario de Comunicaciones de la SCT.
Para facilitar su triunfo cooptó a quien la opinión pública identificaba como la opción opositora más fuerte: Virgilio Mendoza Amezcua, convertido en presidente municipal del puerto de Manzanillo con el registro del PAN. Había consenso en las filas azules de lanzarlo para gobernador. Pero se rajó. Cuando se anunció el dedazo a favor de Peralta se metió bajo la cama, días después reapareció como candidato a diputado del Verde. Uno más en este proceso marcado por el transfuguismo.
En esta coyuntura emergió J.L. Preciado: 43 años, abogado y parlamentario, coordinador de los senadores del PAN. Había declinado sus aspiraciones a la gubernatura a favor del alcalde porteño, ante la obscenidad de su cobardía Preciado envió un mensaje de valor cívico y se puso al frente de la lucha democrática de los colimenses. Hombre de pueblo, de inmediato generó un contraste con el refinado oficialista: el político encaró al tecnócrata. En apenas 42 días de campaña empató los marcadores y está cuerpo a cuerpo contra la atrabiliaria maquinaria de poder local y federal.
El factor Preciado descompuso los equilibrios de la adocenada clase tricolor colimense. Bien sabido es que desde hace varios lustros ahí impera un cártel político que extiende sus ramificaciones desde la universidad a todo tipo de actividades. No se pierda de vista que Colima es ruta clave en las operaciones de varios grupos del crimen organizado. Pues bien, los pasos triunfantes del candidato del PAN por esos lares alborotaron el hormiguero. Para frenar su avance decidieron montar una elección de Estado. El cártel local tomó el control de la campaña de Peralta porque hacía agua por todos lados. A la cabeza de la operación de salvamento se colocó al único ex gobernador que sobrevive de los últimos tres: el siniestro Fernando Moreno Peña. Recuérdese que Gustavo Vázquez ( 2003-2005) murió en un avionazo y a Silverio Cavazos ( 2005-2009) lo asesinaron en la puerta de su casa.
Entre los méritos de Moreno Peña está el haber sido el coordinador de campaña del defenestrado Fausto Vallejo en Michoacán. Ya se conoce el temple de los apoyos con los que logró impedir que Luisa María Calderón, Cocoa, triunfara.
De inmediato aplicó sus métodos. El gobierno regenteado por Mario Anguiano lanzó a las policías del estado para encarcelar y reprimir a los ciudadanos que desean liberarse de la opresión de la delincuencia política. Lejos de amilanarse, el candidato panista ha decidido pasar a la ofensiva con actos de resistencia civil y así derrotar al brutal autoritarismo que los oprime. Siga este proceso, de verdad ahí se lucha por elementales condiciones de libertad y democracia.
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