El sexenio pasado llamaron la atención los propagandistas disfrazados de periodistas que acudían a la conferencia mañanera, pues su única función era hacer preguntas a modo al presidente y llenarlo de elogios cuando tuvieran el micrófono en la mano.
Se recuerda a quien le preguntó al expresidente López Obrador qué cual era su secreto para tener tantas actividades, rematando el elogio con la frase «hasta parece corredor keniano»; adicionalmente, también tenemos en el anecdotario las ocasiones en que le pedían su opinión de temas completamente intrascendentes o como cuando le pidieron que autografiara uno de los libros que había escrito y también la vez en el que otra persona, que se dijo reportera, le pidió un abrazo en plena mañanera.
Se trató de una etapa en la vida política nacional en la que la comunicación política del gobierno quedó reducida a conferencias en las que los elogios y las preguntas a modo eran la norma, como algún asistente a las mismas reconoció en su momento.
Ahora, en la Casa Blanca se repite la historia con la llegada de Donald Trump; luego de cambiar el procedimiento para que los medios y agencias de noticias tuvieran acceso a las conferencias de prensa del presidente o su vocera, privilegiando a medios «alternativos» –como en dijeron en México–, ahora tenemos a presuntos periodistas que repiten el esquema de elogios disfrazados de preguntas dirigidos al inquilino de la Casa Blanca.
El pasado 11 de abril, una de las asistentes a las conferencias de prensa con la vocera de Trump preguntó al darse a conocer que el presidente Trump tuvo un examen de salud: «¡El presidente parece más saludable que nunca! ¿Cuál es su secreto?»
Pregunta de una de los periodistas que van a la Casa Blanca (que ahora selecciona la propia Casa Blanca y no, como solía ser, la Asociación de Corresponsales):
— Bruno Roca Álvarez (@BrunoRoalv) April 11, 2025
“¡El presidente parece más saludable que nunca!”. ¿Cuál es su secreto?
pic.twitter.com/lJlrs2cJfW
Es claro que los populistas, sin importar nacionalidad o partido, necesitan los elogios para construir su narrativa de éxito en sus administraciones u ocultar el desastre que en realidad están haciendo, además de distraer la atención de medios y ciudadanos de lo que en realidad está pasando en sus respectivos países.
Y para esto, es necesario contar con esos personajes que acuden a las conferencias de prensa y les permiten lanzar elogios o hacer preguntas a modo, porque –finalmente– lo que la gente recuerda de esos eventos es ese tipo de cosas y no los escasos informes o los datos que todo gobernante debería dar a conocer a la ciudadanía.
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