Los patrones de la impunidad

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Los llamados guaruras obedecen órdenes y en no pocas ocasiones terminan mimetizados con sus patrones, como frecuentemente se refieren a ellos. Los guardias trabajan para dar seguridad a sus jefes y también para hacer tareas que esos influyentes, cobijados en la cobardía y en el reino de impunidad en que viven, no se atreven a realizar. Para eso son los que mandan.

Las escenas que compartió por Periscope el city manager de la delegación Miguel Hidalgo, Arne Aus Den Ruthen, pidiendo a un grupo de guaruras mover sus vehículos de las aceras por violar la ley y obstaculizar el libre tránsito de los peatones, recibieron como respuesta una llamada telefónica de su patrón, “finísima” persona, que a punta de majaderías pretendía arreglar su flagrante violación a la ley.

Su tono arrogante superaba por mucho las expresiones vulgares que una y otra vez repetía y hace pensar que es su modo cotidiano de hablar y también de actuar.

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Días después este patrón mandaría a golpear al city manager y así serían sus guardaespaldas quienes, para no perder su empleo y demostrar lealtad con su jefe de jefes, obedecerían las instrucciones aunque con ello el destino de uno de ellos fue ser detenido y presentado ante el Ministerio Público.

El ejecutivo a salvo –esperamos que sólo por unos días– y sus guaruras violando tantas leyes como el señorito ordene y disponga.

Este reino de impunidad donde hacer cumplir la ley provoca también la reacción de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, porque debe valorarse si exponer en Periscope estos actos brutales no viola los derechos humanos de quienes con impunidad delinquen y amenazan, es digno de Kafka y de un país donde el Estado de derecho les hace lo que el viento a Juárez a estos señorones de la impunidad.

Bienvenidas las redes sociales que, con buen uso y sin temor por parte de quien se comprometió a cumplir y a hacer cumplir la ley, pongan en evidencia a delincuentes de cuello blanco.

Dice el refrán que “el pez por su boca muere”, aunque hasta hoy y por lo visto, cuando alguien se cree pez gordo de influencias y de poder, se siente también a salvo de que dicha sentencia se cumpla.

Los patrones de la impunidad deben sujetarse a todo el peso de la ley antes aun de regular a sus guaruras, lo que también resulta indispensable.

Ahora bien, vale la pregunta sobre qué derechos se violan al transmitir en tiempo real por Periscope o cualquier otra herramienta tecnológica a quienes violan la ley, y por si fuera poco reclaman, ofenden y mandan golpear a quien como autoridad exige que la ley se cumpla. ¿Y los derechos de los ciudadanos que pierden las banquetas? ¿Y los derechos de quienes en segundos son levantados por una grúa, si no cumplieron lo establecido en el reglamento respecto al uso de parquímetros? ¿Por qué unos deben enfrentar la ley con todo rigor y algunos otros la hacen pedazos con cero pudor?

Finalmente y hablando de grúas, varios ciudadanos fuimos testigos de cómo la grúa con matrícula T07-132 de la Ciudad de México cometió un abuso de autoridad, mismo que provocó que un par de comensales salieran a la calle a reclamar el actuar de los policías.

Entre los patrones de la impunidad y los abusos de algunas autoridades, el único camino sigue siendo la aplicación de la ley. Cualquier discrecionalidad en su ejercicio sólo nos llevará a una dolorosa pérdida de libertades, de democracia y de futuro.

Enfrentamos un grave déficit de ciudadanía, de legalidad e impartición de justicia. En esta tarea la gran mayoría tenemos algo urgente que hacer para cambiar esta realidad, para que este déficit sea menor hasta lograr al menos un punto de equilibrio.

Los patrones de la impunidad salieron de alguna familia donde estas conductas se asumieron con normalidad o simple y sencillamente no encontraron límites. Estoy segura de que jamás actúan así cuando visitan países en los que la ley está por encima de cualquier prebenda y donde carecen de protección o donde, aun conociendo gente con poder, saben muy bien que de nada les servirán para hacer lo que les venga en gana. Como dirían algunos, son vividores de impunidad, no tontos.

Si el enojo ciudadano construye cauces institucionales y de participación, estamos en la antesala de un país más justo y equitativo.

Invito a la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México a llevar a cabo su encomienda con apego a la ley y mirando por los derechos de los ciudadanos que para caminar deben hacerlo en las vialidades pues los patrones de la impunidad les han robado hasta las banquetas.


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