Los partidos y su “renovación”

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Los partidos políticos entran en una etapa de, según dicen, renovación. Si bien es cierto que las elecciones del dirigente del PAN estaban anunciadas, ya se esperaba el relevo del PRI. En el PRD todo estaba planeado para que las cosas siguieran como estaban: descompuestas pero sin cambios. Así que veamos cómo quedan.

En el PAN, si no hay una sorpresa (este texto se manda a redacción antes de conocer los resultados oficiales de la elección en ese partido), Ricardo Anaya será el nuevo presidente del blanquiazul. Independientemente de lo que haga Anaya para convertirse en un hombre con asideros claros y alejarse de ser el Zelig de la oposición, su liderazgo puede darle una cara fresca al panismo.

Mucho es lo que tiene que arreglar en su instituto y lo que tiene que demostrar para ser creíble. Nada que no se pueda hacer en un lapso razonable. Curiosamente, parte de su fuerza está en lo que le critican algunos: la juventud. Si bien es cierto que no es un muchacho, sí es una cara nueva. A diferencia de su predecesor, sabe expresarse con propiedad, conoce el valor de las palabras y el trabajo de la mente no le es ajeno. Anaya puede ser la contraparte de los partidos rancios que le compiten. Claro, no basta con la cara y el discurso. Pero con algunas acciones firmes puede encontrar un amplio campo de acción.

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En el PRD a Navarrete le fue mal desde que empezó. No supo darle la justa dimensión a lo sucedido en Iguala y terminó hundido. Después no llegaron los votos y la debacle perredista se mostró tal cual es: gigantesca. Hay que reconocerle a Navarrete el decoro público de haber renunciado. Ahora la pelota está en la cancha de los perredistas, que algo tendrán que hacer para darse cuenta de que vivir en el basurero les mantiene sus chambas, pero cada vez les quedarán menos.

Al igual que en el PAN creo que no basta con la persona, pero igualmente pienso que es el campo por el cual empezar. Se comentó que posiblemente alguno de sus “jóvenes”, que tampoco son lo que se llama juveniles pero sí representan un cambio en muchos ámbitos. Ni Ríos Piter ni Belaunzarán son esas caras agrias, esas palabras huecas y ese espíritu de cantina que ha representado al perredismo en los últimos años. Cualquiera de los dos puede representar una oportunidad.

El PRI optó también por lanzar una cara fresca y eligió a Manlio Fabio Beltrones. Así están las cosas en ese partido, pero parece que Beltrones es una bocanada de aire fresco comparado con César El Neandertal Camacho. Por lo pronto, Manlio hizo a un lado la farsa y anunció la reivindicación del PRI de siempre: el PRI del Presidente.

Por lo menos se les quitó lo aburrido a los tres.


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