Los jóvenes, presente y futuro.

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Protagonistas ejemplares de la esperanzadora movilización social en las calles de nuestro país por la desaparición de los 43 normalistas de ayotzinapa, los jóvenes han salido a reclamar su presencia y su derecho a participar en la sociedad de hoy. Entusiastas, creativas, pacifistas y con gran sensibilidad social, las marchas y sus exigencias han atajado la promesa del hipotético mundo futuro con el que muchas veces se pretende mantener a los jóvenes como espectadores del presente y alejados de los graves problemas que enfrenta México. Implacables frente a la simulación y la mentira, han sido esencialmente un reclamo de limpieza y dignidad para la clase política en su conjunto.

Esa voz colectiva debe ser escuchada y atendida. La política debe actuar con altura de miras y responder con oportunidades, bienes y servicios a la esperanza que está alzada de manera civilizada. La realidad que enfrentan los jóvenes de México y el mundo, y el futuro sombrío al que se enfrentan, urge de las instituciones del Estado una acción integral para asegurar su desarrollo pleno. Ahí se deposita en más de un sentido la prosperidad y La Paz de nuestra Nación. Es la mejor inversión que el Estado democrático puede hacer y las estadísticas obligan.

El más reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), "Estado de la población mundial 2014" alerta sobre el panorama educativo y laboral de los jóvenes; señala que el 60% de los mil 800 millones de jóvenes de entre 10 y 24 años en el mundo forma parte de los llamados "ninis", que ni estudian ni trabajan, cuestión que supone que sus oportunidades de desarrollo serán limitadas y por tanto los coloca en situación de vulnerabilidad.

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Es la cifra más alta en la historia y por ello impone los mayores retos. "El pleno ejercicio de los derechos humanos sigue siendo un sueño lejano para millones de jóvenes; las violaciones atroces son lo habitual para muchos de ellos", enfatiza el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA).

México contribuye de manera importante a la cifra de los llamados "NiNis" en el mundo. La OCDE ha notificado en su informe "Panorama de la educación 2014", que la proporción de jóvenes adultos que no tienen empleo ni están matriculados en educación o formación en nuestro país es de 22% y que esta proporción se ha mantenido por arriba del 20% durante más de una década (24.6% en el 2000; 24.9% en 2005 y 22% en 2012).

No sólo eso, también se alerta que la proporción de este grupo de jóvenes aumenta con la edad, es decir: de la población de 15 a 19 años el 17% se encuentra en este rubro; de la población de 20 a 24 el 23.6% y finalmente de la población de 25 a 29 el 27.1%, dichas cifras nos colocan entre los primeros cinco sitios con el porcentaje más alto de jóvenes en esta situación, entre los 34 países considerados por la OCDE.

Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) nuestro país ocupa el quinto lugar mundial con el 20.8% de los jóvenes en dicha situación.

Ahora bien, sobre los indicadores nacionales existen divergencias en cuanto al número de jóvenes que se encuentran en esta situación, de acuerdo a la Encuesta Nacional de la Juventud 2010 (la más reciente) que es aplicada por la Secretaría de Educación Pública, de los 36.2 millones de jóvenes que hay en nuestro país, 7.2 millones no estudian y tampoco trabajan, de este total 75% son mujeres.

La encuesta señala que los estados que concentran los porcentajes más altos de jóvenes que ni estudian ni trabajan son el Estado de México, Veracruz, Nuevo León, Jalisco, Distrito Federal, Michoacán y Sinaloa.

Por su parte, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del primer trimestre de 2013 registraba para entonces 6 millones 887 mil 152 jóvenes en esta situación.

El fenómeno de los ‘ninis′ entraña un problema preocupante y multifactorial, sí bien hay un sector de jóvenes que se encuentran en esta situación por decisión propia, ya sea porque sus padres se encargan de su manutención, tienen un trabajo temporal, se dedican a su familia (y al no percibir ingreso por una labor tan importante, tampoco son contabilizados en las estadísticas), lo cierto es que en un gran número de casos hay causas ajenas que escapan de un control individual, como es un acceso limitado a la educación, un entorno familiar poco propicio para el desarrollo, así como escasas oportunidades laborales.

Los jóvenes de México atraviesan por un proceso de exclusión, ya lo han señalado Rodolfo Tuirán y José Luis Ávila en su artículo Jóvenes que no estudian ni trabajan: ¿cuántos son?, ¿quiénes son′, ¿qué hacer? "Se dice que la doble exclusión que sufren estos jóvenes compromete no sólo su presente sino también su futuro, al tiempo que constituye un doloroso desperdicio social de sus capacidades y potencialidades de desarrollo. De hecho, para muchos esta condición puede resultar en un "ocio frustrante, obligatorio, impuesto, incómodo, improductivo y, por supuesto, angustiante y doloroso." El 2015 en puerta debe llamarnos a encontrarnos con ese potencial desatendido.


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