Los independientes

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Si alguien ganó la pasada elección, más que los partidos que sienten que han revolucionado la política en México -MORENA y MC-, fue la figura de las candidaturas independientes. Una de las tantas Reformas Electorales, la de 2009, publicada en 2012, permitió las candidaturas independientes a los distintos puestos de elección popular como posible solución para aliviar tensiones políticas. Pero no previeron su impacto real.

Si bien no todas las candidaturas independientes fueron exitosas, las que sí lo fueron van a motivar a muchos en el futuro: Jaime «El Bronco» Rodríguez, quien obtuvo la gubernatura de Nuevo León, y Manuel Clouthier (hijo del homónimo candidato a la presidencia en 1988), ahora diputado, fueron personalidades arrolladoras con una propuesta clara, bien comunicada. Sin tanta personalidad, Pedro Kumamoto y Alfonso Martínez, plantearon bien sus propuestas para triunfar, uno en una diputación local en Jalisco y el otro encabezando el ayuntamiento de Morelia.

Los candidatos que triunfaron sin el respaldo de un partido, excepto uno, habían sido militantes de partidos tradicionales. Decepcionados de la inercia partidista, o molestos con su burocracia, decidieron buscar otros caminos. Y en vez de buscar otro partido, decidieron ser candidatos por la vía independiente, inaugurando un camino que va a dar mucho que pensar, y muchos dolores de cabeza, a todos los partidos políticos.

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Aún mejorando procedimientos de selección, dentro de cada partido siempre habrá varios solicitantes por cada posible candidatura. Si no hay lealtad partidista, los que no la consigan van a emprender este nuevo camino. Si antes emigraban a otros partidos, el camino de la candidatura independiente drenará las canteras partidistas. Reforzar la mística y la lealtad partidista será el único camino para poder evitar las deserciones.

Ninguna candidatura ciudadana es garantía de triunfo. De las más de 30 candidaturas de este tipo, ganaron muy pocos: un gobernador, un diputado federal, otro local y un ayuntamiento. La falta de personalidad, de capacidad de comunicación o de dedicación impidieron más triunfos a pesar del hartazgo ciudadano hacia los partidos.

¿Que va a pasar en las siguientes elecciones si aumenta el número de candidatos ciudadanos? Además de la disminución de los votos por los partidos -que muchos ciudadanos aplaudirán- va a haber un problema de identificación. Si ahora los ciudadanos confunden los emblemas de los partidos, tendrán aún más problemas para distinguir a los candidatos sin partido, en especial si son varios en la misma boleta.

La mayor desventaja de la existencia de candidatos ciudadanos es que difícilmente podrán tener una sanción política. Ahora una mala gestión del partido X resulta en un voto de castigo en la siguiente elección, pero ¿a quien responsabilizarán políticamente los electores en la siguiente elección si el «funcionario ciudadano» no realiza lo que ofreció?


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