Lo peor de 2024: un gobierno con sesgo ideológico

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Lejos de tener en México un gobierno que trabaje para todos los ciudadanos sin importar edad, sexo, filiación política u otra característica, lo que tenemos es una administración pública que ha privilegiado la militancia política y una ideología para sus políticas públicas.

El caso del maíz es un buen ejemplo de esto, pues en lugar de basarse en evidencia científica, la guía para prohibir las semillas modificadas geneticamente es el sesgo ideológico que condena a la pobreza a millones de campesinos y no garantiza la tan cacareada soberanía alimentaria.

Otro ejemplo es la manera en que se asignan ciertos puestos gubernamentales, en donde la prioridad es la militancia, no la capacidad. Así, tenemos funcionarios que primero atienden los dictados del líder partidista y luego las necesidades del país.

La hipocrecia mostrada por el movimiento que hoy tienen el poder es otra muestra de lo comentado, pues en tanto criticaban el nepotismo en sexenios anteriores, ahora lo aplauden si favorece a uno de los suyos, además de que los casos de corrupción que se presentan, como el de Segalmex, se omiten en las críticas de quienes dicen luchar en contra de la corrupción, pues en realidad sólo lo hacían respecto a lo que sucedía en anteriores administraciones.

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Las relaciones exteriores también ofrecen más ejemplos de este sesgo ideológico, pues defender a un gobierno que comercia con la mayoría de los países del mundo, pero no con el principal adversario ideológico del Movimiento, es llamado bloqueo y con eso callan ante las constantes violaciones a los derechos humanos en Cuba o la pobreza que afecta a la población de la isla.

Por lo anterior, se defiende a gobernantes que tienen acusaciones penales en su contra, fingiendo que son inocentes sólo por la simpatía ideológica.

Y que decir de la manera en que se llenan la boca diciendo que luchan en contra del PRIAN, a la vez que aceptan entre sus filas a los más destacados ejemplares prianistas acusados de corrupción por ellos mismos, pues cuando son útiles se les purifica y se olvidan todos las corruptelas cometidas.

Así, no importa el país, no importan las necesidades del pueblo, los problemas que tenemos, la corrupción o temas como salud, seguridad o educación, lo que importa es imponer una ideología que ni es de izquierda ni de derecha, sino una mezcla de frases que vienen de estas corrientes de pensamiento, como juntar en una misma frase las palabras pueblo y bien común o humanismo, para presentarse como los salvadores de la patria.

Y es que desde el sexenio pasado la imparcialidad y la honestidad son conceptos que se han olvidado en México en aras de imponer un movimiento que acaparó los privilegios que antes criticaban.


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