El día de hoy se cumplen 39 días desde que los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecieron. Nadie sabe de ellos, de lo que pudo haberles ocurrido o de a quién fueron entregados. Nadie, ni el gobierno municipal, estatal o federal, han podido —hasta el momento— establecer con claridad su paradero .
En el transcurso de ese tiempo se ha detenido a más de 50 personas, se ha enviado a más de 1500 elementos de las fuerzas federales a Guerrero y la ciudadanía ha levantado la voz realizando marchas nacionales, cerrando casetas, tomando al menos otros doce ayuntamientos de Guerrero y llamando a paros nacionales en las principales universidades del país. Hoy, esas acciones han obligado al gobierno a replantearse su agenda.
Es claro que en México son varios los estados con problemas de inseguridad. No obstante, hemos presenciado que la crisis que se vive en Guerrero va más allá de un hecho coyuntural, poco a poco y mientras se continúa con la búsqueda de los 43 estudiantes desaparecidos y conforme avanzan las investigaciones, en el estado se destapa una red de impunidad que ha permitido que la situación escale hasta el punto en el que hoy se encuentra.
Omisiones del gobernador, su cabildo, alcaldes y las policías municipales hoy han permitido la existencia en la política de personajes como José Luis Abarca y Ángeles Pineda. De ahí que durante los últimos días todos los gobiernos estatales y partidos políticos traten de deslindarse de esa forma de gobernar y de cualquier posible relación con el presunto responsable, de no sólo la desaparición de los estudiantes sino de la muerte de otras seis personas.
Pero en una coyuntura como la que atraviesa el país, deslindarse significa evadir la responsabilidad que todos tenemos con la descomposición política que se vive en Guerrero. No se trata de quién tiene la mejor foto con Abarca, delincuentes o narcotraficantes; se trata de qué tanto compromiso hay para tratar de sacar al estado de Guerrero adelante.
No podemos permitir que el egocentrismo político juegue un papel en este momento y empeore el escenario actual, la prioridad actualmente es que cada uno de los gobernantes, a nivel estatal y municipal, asuma las responsabilidades de su cargo y lo que ello trae consigo. Es necesario establecer planes de acción claros que impidan que situaciones como estas se repitan y culparse unos a otros simplemente no es la respuesta.
Al contrario, es momento que todos los partidos políticos, liderazgos y gobierno se unan bajo un mismo objetivo, encontrar a los 43 estudiantes desaparecidos. Ya habrá momento para analizar la actuación de las autoridades involucradas en la investigación, pero ahora, hay que dar preponderancia al hecho que realmente tiene a nuestro país en vela y a todo el mundo especulando.
Hoy Guerrero necesita de un esfuerzo común, la entidad requiere de la concordia y de acuerdos entre las fuerzas políticas que permitan reconstruir no sólo el estado, sino su tejido social. Hoy es urgente que la Secretaria de Desarrollo Social —en lugar de viajar al extranjero a recibir premios que en este momento no ayudan— ponga todo su esfuerzo en la implementación de programas sociales en una entidad que reclama su presencia desde hace mucho tiempo.
También será importante el impulso del turismo y la ayuda económica a toda la entidad, se debe trabajar en que Acapulco, Taxco, Zihuatanejo e Ixtapa vuelvan a ser la punta de lanza del estado, pues sólo será así como se podrá combatir el grave problema de inseguridad, corrupción y colusión que ahí se vive. Así, lejos de buscar culpables, cómplices o padrinos, Guerrero hoy necesita de gobernantes y liderazgos que puedan tomar las riendas de esta crisis, seguir con la búsqueda de los estudiantes de Ayotzinapa y cambiar el rumbo del estado.
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